Metafísica de los tubos - Amélie Nothomb

Escritora belga, 1967.
Anagrama, 2001. 

Esta novela tiene mucho de autobiográfica, ya que Amélie pasó su infancia en Japón.

La historia gira en torno a un bebé que se presenta como Dios, en este caso se trata de un ser completo y sano pero indiferente a su entorno.
Tal como un tubo, “pleno y vacío a la vez”, el nene se mantiene fuera del peligro de las sensaciones, miedos o preocupaciones propios de su corta edad. Ni siquiera los sabores lo estimulan, no llora ni se queja nunca. Sus padres se refieren a él como “la planta”.
Dos años después, esta criatura tiene a bien despertar de su letargo, así que de buenas a primeras abandona su mutismo mediante gritos desquiciantes que en un principio alegran a sus padres, pero que después se vuelven insoportables. Se va al extremo repentinamente montando en cólera hacia todo y contra todos.
Cuando alcanza los dos años y medio llega su abuela de visita y finalmente nace como ser humano gracias a un trozo de exquisito chocolate blanco belga que le ofrece.
Este sabroso estímulo logra despertar del todo la consciencia y los sentidos del tubo de antaño. 

Aquí la narración pasa de la omnisciencia al protagonismo de la pequeña Amélie, que no es otra que la propia criatura Dios-tubo que se transforma ahora en alguien sano, vivaz y profundamente inteligente: la oruga se convierte en mariposa.

Amélie entra en el terreno de los placeres y los temores infantiles con mucha gracia y mordacidad. El deleite es capaz de calmar los cuerpos y las mentes.
La niña ha cobrado, a través del estimulante chocolate, un intenso mundo interior y una mirada muy crítica al entorno adulto donde además presenta detalles muy precisos sobre algunas cuestiones cotidianas del ambiente japonés que adora.
La narrativa de Nothomb es tan prolífica como irregular, pero este librito me encantó.


1 comment:

Lectora Empedernida said...

Hola.
Tengo a esta autora muy pendiente, precisamente este título lo tengo esperando ya en la estantería. A ver cuándo le doy la oportunidad, te confieso que me atrae pero a la vez siento que no voy a conectar. No sé. Prejuicios nada más, jeje. Tengo que darle la oportunidad en algún momento... A ver qué me parece, son muchos los lectores a los que encanta.
Un abrazo.