Las deudas del cuerpo (Dos amigas 3) - Elena Ferrante

Escritora italiana, 1943.
Lumen, 2014. 

Esta tercera entrega de la saga inicia cuando las amigas, Elena (Lenù) y Lila (Lina) son ya muy mayores. 

“El Barrio viejo, a diferencia de nosotras, seguía idéntico. Resistían las casas bajas y grises, el patio de nuestros juegos, la avenida, las bocas negras del túnel y la violencia.”

Lenù se remite al pasado para retomar la historia unos 40 años atrás. Las primeras páginas se centran en ella misma y sus correrías como escritora novel; ha escrito ya una obra que causó mucha polémica en el barrio de Nápoles y ahora continúa con su profesión entre viajes y su próximo matrimonio con Pietro Airota, hijo de un profesor de gran reputación en el medio intelectual. El propio Pietro, inteligente y culto, sigue de cerca los pasos de su padre y pronto se convertirá en un prestigioso académico e investigador. 

Lila, separada de su marido, se muda con su amigo Enzo y entra a trabajar en una fábrica de embutidos donde es bestialmente explotada. Este tema destaca en la trama porque se manifiesta el deseo de mejorar las deplorables condiciones laborales que Lila ha tenido oportunidad de conocer a profundidad al sufrirlas en carne propia. Incluso su amiga usa sus dotes de escritora para contribuir a la causa. 
Elena, por su parte, continúa con las inseguridades de siempre; se siente limitada e insegura de su físico: “Soy fea y bajita, tengo demasiado pecho”. Busca excusas que le permitan entender cómo es que ha sido aceptada por la familia de su futuro esposo, ya que piensa que no reúne las características que ellos hubieran deseado en una futura Airota: 
“Era igualmente probable que mi origen, mi entonación dialectal, mi falta de elegancia en todo, sometieran a una dura prueba su amplitud de miras.” 
Más adelante, durante la rutina matrimonial, cree que los conflictos con Pietro van surgiendo porque nunca la consideró a su altura como para sostener una conversación; porque jamás ha tenido la delicadeza de elogiarla o interesarse por su trabajo. Además, se siente asfixiada ante la faena doméstica y maternal: comienza a ser infeliz al no poder participar en cuestiones sociales como la revolución proletaria. 

El fascismo, la izquierda, la policía: todo es agresividad y abuso. Los temas políticos y la lucha de clases interfieren a cada momento en la vida de ambas mujeres porque es una época de muchas tensiones sobre todo en ambientes como el barrio natal: 
“Aquí se muere asesinado por mil motivos, cuernos, negocios sucios, incluso por una mirada torcida de más.”
En un momento dado, Lila trasciende el tema de la fábrica y la explotación para convertirse, junto con Enzo, en la propietaria de una empresa de la incipiente tecnología en computación. Lenù percibe entonces que Lila ha alcanzado dinamismo en su vida mientras que ella se ha estancado. 
“Sin embargo, mientras regresaba a Florencia en coche, tuve la sensación de que allí, en el barrio, entre el retraso y la modernidad, ella tenía más historia que yo. Cuántas cosas me había perdido al irme, creyendo estar destinada a saber qué vida."
Nino, antiguo amor platónico de Lenù y amante de Lila, vuelve a escena al visitar a Pietro y Elena. De esto resulta una relación avasalladora que hace que Lenù termine su matrimonio con Pietro. Esto me pareció en cierta forma un giro de novela romántica desenfrenada, pero la escritora consigue darle su justa dimensión entre los vaivenes que han llevado los personajes. Lila le advierte que ese tipo “le chupará la sangre”, quizá por haberlo padecido por sí misma. 

La vida de estas mujeres ha evolucionado de acuerdo a lo perfilado en el libro anterior: una destacando en el mundo literario, entre viajes y la pasión por Nino, mientras que la otra ha permanecido en la oscuridad del barrio ascendiendo a su manera. La relación entre ellas ha se ha transformado también, perdiendo intimidad y entendimiento, algo que quizá nunca existió realmente. 
A Elena se le hace insoportable la subordinación en la que ha vivido con respecto a Lila, al punto de desearle la muerte en lo más profundo de su ser. Ha llegado lejos no por un impulso propio, sino para evitar que Lina pudiese dejarla atrás. 
“Mi llegar a ser era un llegar a ser siguiendo su estela. Debía proponerme llegar a ser, pero yo sola, como adulta, fuera de ella.” 
El tema del sexo también aparece como una fuente inagotable de satisfacción o insatisfacción, sobre todo a través de los temores de Elena al verse eclipsada por la belleza física de Lila. Para ella es muy importante ser guapa y elegante, solo así puede estar a la altura de cualquier circunstancia. El sexo es también un tabú en los ambientes marginales en los que la mujer es tratada como poco más que un objeto, de hecho la primera novela de Lenù escandaliza en Nápoles por el contenido de este tipo. 

El mundo de estas obras es bastante complejo, los niveles de la narración fluctúan entre los muchos personajes que van aportando al crecimiento y al entorno de las protagonistas: encuentros y desencuentros, matrimonios y divorcios, la relación con los padres y hermanos. La vida con las vicisitudes de una época convulsa que se narra de manera muy intensa. 

En conjunto me gustó casi tanto como las dos novelas anteriores, aunque resulta algo agobiante que tanta trama, subtramas y acciones redunden en la misma idea: la reiterada preocupación de Elena por destacar, el encontrarse tan extraviada en la bruma de su propia inseguridad y la consiguiente perturbación que le ocasiona. 
Llega a ser patológico el asunto de tener que sobresalir siempre, de tomar a otro ser como modelo a seguir y dejar pasar la existencia en esa obsesión que trastorna continuamente cualquier atisbo de la luminosidad que otorga la independencia mental y emocional. 

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