La niña perdida (Dos amigas 4) - Elena Ferrante

Escritora italiana, 1943.
Lumen, 2015.

Esta es la última novela de la Tetralogía Dos amigas. Elena (Lenù) y Lila (Lina), pasan ya de los 60 años y Lenù continúa la historia en retrospectiva para cerrar con los últimos acontecimientos que considera relevantes de contar. 

Años 70, Elena ha vuelto a Nápoles con Nino, su antiguo amor platónico y en su día amante de Lila. Su madre se encuentra desesperada por la separación entre ella y Pietro, por lo que la increpa con violencia. 

“Tienes un marido de oro que te da una vida de señora, un marido que te quiere, que te ha dado dos hijas, ¿y así se lo pagas, cabrona? Ven aquí, yo te he dado la vida y yo te la voy a quitar.”

Más tarde, no da crédito al verla atada al “mierda” de Nino Sarratore. Considera que Lila no es la presuntuosa que ella había creído, que la infame es su propia hija, muy a su pesar. Lila incluso ha comprado una casa para sus padres y domina a la gente del barrio, mientras que Elena ha caído en el abismo de la desfachatez. 
Por otra parte, los suegros de Lenù, muy molestos, le retiran el apoyo e intentan detener la publicación de su libro en curso. Ahora solo cuenta con ellos en lo que lo concerniente a las dos hijas que tuvo con Pietro. 
Eventualmente, Pietro supera el doloroso episodio y busca otra pareja, aunque le dedica a Elena el libro que tanto le ha costado terminar: 
“A Elena, que me enseñó a amar con dolor.”
El tema político prevalece a lo largo de la trama: la crisis del capitalismo se encuentra en su apogeo y las zonas marginales van en aumento, por lo que hay una gran efervescencia social. 

El mundo de Lina queda confinado al entorno conocido, mientras que los horizontes de Elena se ensanchan a través de viajes de placer y de promoción para sus libros. Tras el desenfreno inicial con Nino, Lenù solo desea echar raíces a su lado. 
Gran parte de la trama se detiene en el tema de Elena y Nino. Por desgracia él no era lo que ella pensaba. Lenù se había jugado el todo por el todo abandonando a su marido mientras él mantenía la cabeza fría sin que en realidad cruzara por su mente la idea de abandonar a su mujer. Esto supone un durísimo golpe para ella; cuando se entera lo agrede física y verbalmente con furia, como si una doble de sí misma surgiera de pronto para hacerle daño de mil maneras en el intento de contener la profunda herida que le había causado. 
“Me había engañado. Se había quedado con su familia y, como distracción, también conmigo. Yo había elegido para siempre, él no.”
Y es así como pasamos de observar el comportamiento de las chicas, a sorprendernos con la profundidad que se le da al personaje de Nino, un hombre abyecto y mentiroso. Aunque un antiguo amigo de Lenù también cuestiona el proceder de ella misma: 
“¿Qué siente una mujer de conciencia como tú ante la idea de que su felicidad pase por la ruina de otra?” 
Este elemento seguramente nunca es considerado por quien está del otro lado, aunque la moneda siempre puede girar y colocar a esa persona en una posición en la que no le había pasado por la mente estar. En este caso el destino cobra cualquier cuota pendiente y, tristemente, Elena llega a un sometimiento a la voluntad de Nino, no logra abandonarlo e incluso lo admite como hombre celoso, envidioso y complejo, porque mientras ella intenta hacerle las cosas sencillas y tolerar su doble vida, él no soporta que ella mencione sus relaciones del pasado. 
Esto va ocasionando un resentimiento profundo, hasta que por fin llega el punto en que le pesa escucharlo y hacer cosas para él. Se va desencantando poco a poco, comienza a aburrirse al escuchar sus posturas fingidas. Algo se ha roto muy dentro de Elena y eventualmente comienza un franco declive en la relación.

En el Barrio de Nápoles Lenù ha perdido el refinamiento de antaño, el lustre que le daba el ser la esposa de un Airota; ahí incluso pasa con facilidad del italiano al dialecto cuando se trata de pelear e insultar. 

Lo que más une a las amigas en estas páginas es el embarazo de ambas y la posterior crianza de las niñas que nacieron prácticamente al mismo tiempo. Lina tiene un padecimiento al que llama “desbordamiento”, algo aterrador, una agitación en que los contornos de la realidad se disuelven y hacen daño al no existir solidez de dónde asirse. 
En Lila lo normal y lo anormal se alternan, cuestiones naturales como un cielo estrellado en ella cobran vida y proporcionan olores, sabores, espanto y desagrado. 
“Siempre hay un solvente que actuando despacio, con un calor dulce, lo deshace todo.”
Lila piensa que es mala, que no es capaz de mantener vivo un amor o una amistad por culpa del infausto “solvente” que arrasa con todo. 
Es así como se puede explicar de alguna manera su forma de ser irónica, mordaz y destructiva, porque por momentos puede ser la mejor amiga y luego dejar caer algo hiriente, ofensivo e incluso inquietante. Seguramente cargaba con algún trastorno caótico y al mismo tiempo luchaba por la estabilidad y contención sin conseguirlo. 
La propia Lenù opina sobre ello: “Tuve la impresión de que la asediara una legión de demonios”. 

Imma y Tina son las hijas menores que vinculan un tiempo a Lila y a Lenù. La historia continúa en torno a ellas y a los sucesos sobre Tina, hija de Lila, quien desaparece del barrio sin dejar rastro. Esto acentúa los “desbordamientos” de tintes psicóticos que padece Lila y es cuando empieza su decadencia en todos sentidos, amargándose la existencia y haciendo la vida imposible a quienes la rodean. 
La angustia por la hija y los cuestionamientos que derivan de su ausencia llegan a hacerse insoportables tanto para Lila como para Enzo, el padre. 
Para ella la vida “se detuvo en Tina y le entró un odio por todo aquello que siguió vivo y prosperando”. 

Hay mucho trasfondo y aspectos oscuros en la relación entre Lila y Lenù: “espléndida y tenebrosa” a la vez. Por desgracia, la inseguridad infinita y omnipresente de Elena se refleja de nuevo para ahora afirmar que al leer alguna parte de sus libros nota cierta inconsistencia y que duda de su calidad, mientras que un hipotético texto de Lila adquiere en su mente dimensiones magistrales y desproporcionadas: 
“En este caso, su libro se convertiría -aunque solo para mí-, en la prueba de mi fracaso, y al leerlo entendería cómo debería haber escrito y no fui capaz de hacerlo.”
Una reflexión sobre el Vesubio sintetiza lo que ha ocurrido a través de cientos de páginas en los cuatro libros: 
“Aquí está el Vesubio que todos los días te recuerda que la más grande empresa de los hombres poderosos, la obra más espléndida, en segundos, el fuego, el terremoto, las cenizas y el mar te la pueden dejar en nada.” 
Conforme leía esta saga me iba dando la impresión de que en cada libro Elena Ferrante se superaba a sí misma en calidad narrativa. En este último, las ideas se suceden con encanto, con una prolijidad llena de contrastes, de ideas antagónicas que se funden en una riqueza inmensa. 

Ferrante pasa de lo cotidiano, que llega a ser pintoresco o atroz, a lo psicológico al perfilar a estos dos personajes femeninos con profundidad y realismo. El entramado social las envuelve sin enturbiar la originalidad que las caracteriza y es así cómo se van perfilando los temores que perturban a cada una de distintas maneras, las cuestiones que resultan insuperables y que van in crescendo, como el problema psicólógico de Lila o la profunda inestabilidad que nunca abandona a Lenù. 
Esta no es una historia de superación, sino de ir sorteando el pasar de la vida a través de la forma de ser de cada una, del universo de experiencias y sensaciones arraigadas que no cambian, que al contrario, se expanden y se ensanchan sin haber dado mayor tregua a los personajes. 

2 comments:

Anonymous said...

Me ha gustado mucho tu reseña, porque haces un análisis muy concreto de las personalidades de ambas amigas. Y desde luego me ha refrescado la memoria porque había cosass que no recordaba. Por ejemplo la rabia de la madre de Lenù, increíble que pudiera hablarle de esta manera a su propia hija... deja bastante claro la pasión de las gentes del sur de Italia. Lo que sí no había olvidado y me dio mucha pena, fue el episodio de la desaparición de la hija de Lila, por lo trágico que es, y que me hace sentir mucha empatía con ella.

RebecaTz said...

¡Hola, Ashling! Levo a marcha forzada el blog y me ha dado mucho gusto leer tu comentario, aunque con tanto retraso. A mí todos los libros me parecieron fabulosos por esto que dices de las personalidades de las chicas. Con cada entrega se iban redondeando y en mi caso sentí que pude comprenderlas mejor, con todos sus defectos y virtudes. De alguna manera son víctimas y luchadoras al mismo tiempo. Eso que le pasó a Lila con su hija fue terrible, tanto que no me atreví a abordar la sugerencia de la autora sobre las muñecas que perdieron en la infancia... Demasiado aterrador como para adentrarse en esos caminos.
¡Un abrazo!