Un mal nombre (Dos amigas 2) - Elena Ferrante

Escritora italiana, 1943.

Lumen, 2013.

Si el libro anterior es una buena introducción al mundo de la saga Dos amigas, en esta nueva entrega se va profundizando en el pasar de los años de Lila (Lina) y Elena (Lenù), a quienes ahora se ubica en una adolescencia tardía que continúa con sus constantes vaivenes.

La vida de ambas chicas empieza a transcurrir en direcciones opuestas, con Lila casada y odiando al marido mientras Lenù estudia en la Escuela Normal de Pisa.


Elena no ha logrado superar el complejo de inferioridad y sigue viviendo para agradar a los demás. Su espíritu se nutre de elogios y de la percepción que otros tienen acerca ella; solo logra consuelo cuando la hacen sentir importante. 

Sus vicisitudes amorosas se entrelazan con las de Lila cuando esta, pese a estar casada, se enreda con Nino, el amor platónico de su amiga. En este tema se va buena parte de la trama. 

Nino es muy estudioso y su erudición tiene completamente admirada a Lenù, pero él alberga intenciones amorosas hacia Lila, quien es tan inteligente que pronto se pone al corriente en varios temas que interesan a Nino. 


Es así como entre las chicas se va dando una relación de amor-odio, siempre compitiendo por todo. 

Lila se estanca en un matrimonio fallido. Su marido, Stefano, con todo y su dinero la ha decepcionado por completo y es por eso que Nino consigue darle un nuevo aire a su vida, sin ella dejar de ser la muchacha que, con tantas fluctuaciones de carácter, parece actuar casi siempre por capricho.

Lenù logra, además del ingreso a la universidad, escribir una novela, orgullo impensable para el barrio de Nápoles donde nació. El origen de su falta de confianza es difícil de precisar porque ocurre de igual forma en el sector humilde del que procede que en la universidad.


En Nápoles observamos a las familias de artesanos de bajo nivel económico y también de empresarios bien posicionados. Las primeras destacan por la pobreza, el envejecimiento prematuro de las madres que se abandonan a sí mismas ante la inmensa faena del hogar y los hijos. En contraste, los ricos del barrio se mueven a su antojo entre esta gente, aprovechándose de ellos siempre que tienen oportunidad. 


Como Elena lleva la voz narrativa de estas novelas, es difícil precisar las sensaciones de Lila, aunque la escritora en algunos momentos nos permite atisbar algo de ella también, y es cuando se descubre que tampoco es tan dueña de sí misma como se podría  pensar. 

Este es el caso de un episodio en el que Lina acude con Lenù a casa de una profesora para observar con desasosiego cómo su amiga se integra al ambiente con comodidad, mientras que ella, la más lista, se ve en la penosa necesidad de quedarse callada en toda conversación. Esta reunión sintetiza el sentir de las dos amigas con mucha claridad porque Lenù previamente manifiesta varios temores posibles: que la belleza de Lina destaque por sobre cualquier otra cosa o quizá que haga el ridículo hablando en dialecto e incluso sopesa, con cierta angustia, la posibilidad que todos pudieran quedar asombrados por su mente brillante.  

Es Lila la que termina por destilar toda su amargura al no haber estado a la altura del ambiente tan letrado: 

“Incluso ver televisión, dijo, habría sido mas divertido que pasar el tiempo con gente de mierda.”


Las diferencias intelectuales entre ambas están bien delimitadas: la inteligencia de Lila es innata, mientras que Lenù solo logra destacar gracias a la persistencia de vivir con la nariz metida entre los libros y aun así se le complica asimilar el saber como para incorporarlo a las conversaciones del día a día con la gente que ha conocido en la universidad. Lenù es consciente de que se ha educado en la rigidez pregunta/respuesta de los exámenes académicos, pero su tesón es tal que si no puede acudir al cine a ver una película muy comentada en su entorno, aprende el título y la trama para poder conversar acerca de ello. 

En cierto punto Lila confía a Lenù una caja de metal con varios cuadernos, bajo el juramento de no abrirla nunca. Elena no logra contenerse y los lee con sorpresa, porque resulta que hasta la mismísima Lila ha tenido que esforzarse en aprender y su aparente facilidad en la escritura en realidad está muy trabajada. 

"Cuanto más leía más engañada me sentía. Cuánto ejercicio había detrás de la carta que me había mandado años atrás; con razón estaba tan bien escrita."

Ambas chicas abandonan la miseria del barrio en esta parte de la saga, una por su matrimonio y la otra por sus estudios y nuevas relaciones sociales y sentimentales. 


La carga emocional de las protagonistas es el hilo conductor que se ve animado y un tanto matizado por los personajes que las rodean. Las amigas se buscan, se admiran, se quieren y a la vez se desprecian, se envidian y compiten entre ellas a toda costa.


Este libro destaca por la intertextualidad y por diversas alusiones culturales; hay numerosas referencias artísticas, históricas y filosóficas. No se profundiza en ellas, solo se exhibe cierta carga de erudición en sus páginas a través de los personajes.

El estilo de Ferrante es muy ameno, con una prosa muy fluida a la vez que descriptiva  y cargada de intensidad. Lenù, como ya mencioné, sigue siendo la voz cantante de esta obra al ser la escritora que narra en retrospectiva. A pesar de esto me gustaría que en algún punto pasara a Lila, ya veremos si se logra acceder a su punto de vista con mayor exactitud. 


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