Escritora francesa, 1955.
Salamandra, 2006.
Empecé este libro con cierta culpa “bestsellera” al estar consciente de que me iba a encontrar con una obra lineal en la que podría disfrutar de las costumbres y tradiciones chinas, tal como me ocurrió alguna vez con las del Japón en Memorias de una geisha, de Arthur Golden.
Al comenzar a recorrer sus páginas no me defraudó (de acuerdo con las expectativas que había puesto en él). La historia está narrada en retrospectiva por una mujer de ochenta años que nos cuenta su vida desde que era una niña menospreciada por su madre en un mundo en el que sólo los varones eran dignos de ser tomados en cuenta.
La belleza femenina se concentraba en el tamaño de los pies, en los diminutos "lotos dorados" que hacían que las mujeres caminaran con pasos cortos y sensuales para deleite visual de sus maridos, y que constituían también un símbolo de represión profundamente machista que se detalla en la novela de principio a fin.
Así pues, bajo un doloroso proceso que comenzaba alrededor de los seis años, se conseguían las anheladas deformaciones que desde el punto de vista occidental representaron una verdadera carnicería que terminó al prohibirse en 1911 por el gobierno comunista (ante la influencia extranjera).
Lirio Blanco narra la historia de sus "años de hija", cuando una casamentera descubrió posibilidades maravillosas en sus pies que le permitirían ascender en la escala social mediante un matrimonio provechoso. Tal circunstancia hizo que la niña pudiese tener una laotong, es decir, una amiga, un alma gemela con quien compartiría dichas y sinsabores a lo largo de su vida. La relación entre ellas se describe con una intensidad y pasión insólitas, rozando incluso la voluptuosidad: se amarían más entre ellas que a sus propios maridos.
Las mujeres se comunicaban secretamente a través del nu shu, escritura femenina de trazos fonéticos que -al parecer- quedaba fuera del alcance de los hombres. Lirio Blanco y su laotong, Flor de Nieve, tendrían una vasta comunicación a lo largo de los años con la ayuda de un abanico y de telas primorosamente bordadas con esos caracteres.
En los "años de cabello recogido", se representaba a un fénix mediante el peinado que simbolizaba el cercano casamiento: “Si una hija no se casa no vale nada; si el fuego no arrasa la montaña, la tierra no será fértil”. Las jóvenes se preparaban con ahínco para confeccionar ajuares que les durarían toda la vida: trajes para fiestas, para el uso diario e incluso para los "años de recogimiento". La curiosidad les hacía preguntarse sobre los misterios del “trato carnal” que tendrían con sus esposos y que estaba tan ligado a la belleza de sus pies:
“Más tarde comprendería que para una mujer no hay nada más íntimo que sus zapatillas de dormir y que para un hombre no hay nada más erótico que ver la blanca piel de una mujer desnuda realzada por el rojo intenso de esas zapatillas.”
Los "años de arroz y sal" correspondían a la vida en casa de los suegros bajo la terrible responsabilidad de procrear hijos varones para poder sostener un puesto privilegiado en el hogar: “mejor tener un perro que una hija”. La inicial obediencia a los padres se trasladaba a la del marido y la suegra: las mujeres trabajaban duramente durante todo el día sirviendo a sus nuevas familias, recibiendo maltratos que acataban con docilidad y en muchos casos crueles golpizas por parte de sus esposos.
“La única protección real que teníamos las mujeres era la apariencia plácida que ofrecíamos, incluso en los momentos de mayor angustia.”
Estos y otros aspectos similares conforman la parte rescatable de una obra que refleja una gran cantidad de comportamientos y costumbres, como las celebraciones o ritos suscitados ante cada uno de los acontecimientos importantes en la vida. Su riqueza en este sentido es excepcional.
Sin embargo, la parte anecdótica me pareció muy floja, sobre todo hacia el final por convertirse en un burdo melodrama. Mi “placer culposo” creció en forma desmedida al preguntarme si no hubiera sido mejor investigar tradiciones sin tener que internarme en una novela de estas características.
No volveré a leer a Lisa See, aunque no dejo de reconocer que El abanico de seda es un libro que seguramente ha encantado a muchos lectores. Por mi parte, me quedaré con lecturas que protejan más –como leí una vez por ahí- la “salud literaria”.
Imágenes de los "lotos dorados" en este enlace.
14 comments:
Yo me encuentro entre los lectores a los que el libro les ha encantado, es el único que he leído de esta autora pero me gustó mucho la parte de las tradiciones
Hola, Tatty, la parte de las tradiciones también gustó muchísimo y además me dejó muy impresionada.
Gracias por la visita. :)
Saludos.
Igual tendría que darle un oportunidad pero es que se coloca en mi zona gris de lecturas: ni en las sublimes ni en las infames. Ese es mi problema con estos títulos.
Lo has definido con mucha precisión, Julia. :)
Es raro esto de los libros culposos. Una vez comencé a leer una de Amy Tan, que se parece mucho a Rita Lee, y la verdad es que son extraños los chinos porque el libro tenía esa cuota de misterio que hace avanzar.
Muy buena la reseña.
saludos
Andromeda, me queda claro que este es uno de esos libros que uno lee con cierto sentido de culpabilidad: que se disfruta tanto como se padece. Prometo no leerlo XD
Pues mira que me han hablado bien de él pero me fio tanto de tu criterio que... creo que lo dejaré pasar.
Un besazo. ¡Muack!
Mario, tengo pendiente a Amy Tan, seguramente le leeré algún libro (espero que los personajes estén mejor perfilados que en esta novela).
Gracias, ¡un saludo!!
Gabo, mejor que no lo leas, podría jurar que este libro no es de tu estilo. ^ ^
¡Un abrazo!
Lola, a ti sí que podrían gustarte al menos dos terceras partes del libro (que fueron las que me gustaron a mí). :D
¡Besos!
Tengo este libro en casa. Pero la verdad, es que no me atrae mucho. El de Memorias de una Gueisa sí que me gustó. Y con lo que comentas, no sé si acabaré leyéndolo. Aún así, rescatas fragmentos, que suenan aquí de lo más atrayentes e interesantes. Ante esto, quizá lo ojee un poco.
Besos!!
María, seguro que te gustará al menos una buena parte de esta obra (si no es que toda), las tradiciones chinas y el tema de los pies están muy logrados.
¡Abrazos!!
Este fue el primer libro que leí de Lisa See y me gustó mucho. Confieso que llegaron a dolerme los pies luego de leer el capítulo del vendado de los pies! En fin, creo que además de tener una buena línea argumental lo que más rescato es la cantidad de aspectos de la cultura china que uno conoce. Con respecto a "Memorias de una geisha" lo tengo en casa y pienso leerlo este año. En mi caso, leo de todo y cero prejuicio a la hora de tomar un best seller!! Besos
Andrea, yo disfruté mucho esos aspectos del libro, aunque otros no me hayan convencido. "Memorias de una Geisha" me gustó mucho más, ya contarás qué te parece.
¡Un abrazo!
A mi me gusta mucho la lectura , tengo 15 años para mi gusto este libro ha sido excepcional en muchos sentidos , lo acabó de terminar hace como 15 minutos y todavía me queda ese sabor de tristeza. Lo recomiendo mucho
A mi me gusta mucho la lectura , tengo 15 años para mi gusto este libro ha sido excepcional en muchos sentidos , lo acabó de terminar hace como 15 minutos y todavía me queda ese sabor de tristeza. Lo recomiendo mucho
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