Gringo viejo – Carlos Fuentes

 Alfaguara, 2007
Escritor mexicano, 1928.


Gringo viejo es uno de esos libros que flotaron en el entorno familiar desde mi temprana adolescencia pero que nunca llegué a leer. Hace poco pude remediar este primer retraso, ya que otro posterior, aunque distinto, no dejó de presentarse: una vez iniciado tardé más de lo debido en finiquitarlo.  

Aunque no se puede negar que Porfirio Díaz hizo mucho a favor de la modernización del país, los problemas derivados de una infinidad de abusos y usurpaciones a los campesinos ocasionaron fuertes críticas que poco a poco se fueron introduciendo en el sentir del pueblo mexicano. La Revolución estalla en 1910 y Díaz se ve obligado a abandonar el país en mayo de 1911, muriendo en París en 1915. Tras un gobierno interino, Francisco I. Madero accede a la presidencia,  pero Victoriano Huerta, general designado por Madero para sofocar una revuelta encabezada por un pariente de Díaz, lo traiciona y lo manda asesinar.

En este contexto se sitúa la obra: mientras que los “federales” siguen a Huerta, las tropas constitucionalistas rebeldes se dividen en diversas facciones lideradas por Francisco Villa y otros caudillos. El gringo quiso luchar con Villa en contra de los federales.  

La figura del gringo viejo está inspirada en el escritor Ambrose Bierce, que en 1913 decidió cruzar la frontera y sumergirse en los peligros de un país en pleno conflicto armado: “El gringo viejo vino a México a morirse”. La ficción subsiguiente (todo parece indicar que nadie volvió a saber de él una vez que hubo cruzado la frontera) nos va mostrando lo que pudo haber sido del gringo y otros personajes, como Harriet, mujer norteamericana con la que comparte algo más que la nacionalidad, además de militares como el general Arroyo o el coronel Frutos García. 

La novela posee un sabor mexicano inconfundible, sobre todo a través de los diálogos regionalistas, los diminutivos como "ahoritita" o "maestrita" y la visión propia del escritor,  porque a cada momento va desgranando las causas del movimiento revolucionario, describiendo el abuso de los "señoritos", ricos hacendados que casi se nos descubren como señores feudales con derecho de pernada. Debo aclarar también que la Revolución mexicana propició enormes excesos perpetrados por los propios afectados iniciales (muchos hacendados se vieron obligados a huir). Fueron tiempos de hambre, violencia y saqueos descontrolados. 

La prosa de Fuentes en este libro se disfruta mucho por estar cargada de imágenes simbólicas, símiles y prosopopeyas: 
"Las vertientes de la sierra eran como viejas bestias cansadas surgidas del vientre de una montaña infinitamente indiferente y generadora de sí."
"Pero Arroyo sabía que las montañas ya estaban gritando, de abismo a cima, de cueva a cañada, sobre barrancas y riachuelos secos como los huesos de las vacas: ha llegado un hombre valiente, anda suelto un valiente, un hombre valiente ha puesto pie en nuestras piedras." 
Los personajes se encuentran envueltos en su propia visión interna que surge mediante destellos fugaces pero significativos. El gringo desearía compartir sus sueños con los de Harriet y este es el pretexto para ingresar en sí mismo, en su "sueño de la muerte".  También nos habla en general sobre el universo onírico que prolonga la visión del interior: 
"…llegó a ver y comprender en los escasos minutos que dura un sueño que, más tarde, la memoria o el olvido restaurarán como un argumento largo, poblado de detalles, de arquitecturas y de incidentes."
Harriet y el gringo se relacionan hasta el punto de las confidencias. Aparecen referencias al escritor a través de obras como el Diccionario del diablo o El club de los parricidas, además de un mordaz Decálogo
"No adoréis más imágenes que las que aparecen en las monedas de vuestro país; no matéis, pues la muerte libera a tu enemigo de su constante penar; no robéis, es más fácil dejarse sobornar; honra a tu padre y madre, a ver si te heredan fortuna.”
Fuentes retoma la amargura de la vida de Bierce para recrearla en la ficción, el personaje se culpa de no haber dado a su esposa e hijos lo que les correspondía, pesando en su ánimo la muerte de dos de ellos. También menciona su trabajo como periodista en el diario de William Hearst, quien al parecer explotó sus aptitudes (e impulsos críticos) para beneficio propio. 

Se habla de Estados Unidos en relación a México porque los colonizadores del norte prácticamente exterminaron a los indios de esa zona, mientras que en estas tierras se fomentó el mestizaje debido al catolicismo y a que, pese a los desmanes, los monarcas españoles reconocieron a los indígenas como súbditos de la corona.
"Estamos capturados en este negocio de matar eternamente a la gente con otro color de piel. México es la prueba de lo que pudimos ser, de manera que mantén bien abiertos los ojos."
El gringo se enfrenta a la doble cuestión de pertenecer a una nacionalidad mientras contempla el sentir de otra tan distinta y contrapuesta a la suya. La visión crítica que funde o delimita las fronteras internas y externas constituye un aspecto importantísimo a lo largo de la narración. 

El relato se va diluyendo en obsesiones que se repiten una y otra vez tanto en la realidad como en universo onírico que va cobrando más fuerza. Asimismo, aparece el conflicto simbólico religioso ante las imágenes católicas tan censuradas por el protestantismo que se asume como poseedor de "un Dios de verdad que nunca podría sangrar, comer, fornicar o evacuar, no como el Cristo mexicano”.  

Más adelante, la figura del gringo se desdibuja un poco para dar paso al vínculo entre Harriet y Arroyo. La redención implícita parece ser buscada por los tres personajes y los hilos se van hilvanando a través de conexiones recíprocas. Arroyo percibe en Harriet al ser con el que puede hablar de su origen sin conflictos, al venir ella..
"…de una tierra tan lejana y extraña como los Estados Unidos, el otro mundo, el mundo que no es México, el mundo distante y curioso, excéntrico y marginal de los yanquis que no disfrutaban de la buena cocina y de la revoluciones violentas o de las mujeres sujetas o de las iglesias hermosas y rompían todas la tradiciones nada más porque sí, como si sólo en el futuro y en la novedad hubiese cosas buenas..."
Según Arroyo, el movimiento revolucionario los ha hecho un poco como esos extranjeros "inquietos, moviéndose, olvidando su antigua fidelidad a un solo lugar y un solo paisaje y un solo cementerio..."

Entre otros personajes destaca la mujer con cara de luna, especialmente a través de la historia que protagoniza con su marido en un pasado no muy lejano y que constituye una buena excusa para hacer un retrato de los tiempos inmediatamente anteriores a la revolución (de los cuales Agustín Yáñez hace también una exposición magnífica en Al filo del agua): tiempos de represión religiosa en que la mujer no era más que un objeto indigno al que se prohibía procurar placer sexual. 

Hacia el final,  mediante la voz de Harriet, se reconoce a la revolución como un "movimiento asfixiante en el que todos están capturados". Los avatares del amor y de la guerra se plasman en buena medida mediante sentimientos de pérdida y de cara a la muerte en todo momento. 

Pero qué es la vida sino esos instantes que permanecerían en la memoria de Harriet en esta historia reminiscente que abre y cierra con las mismas palabras: "Ella se sienta sola y recuerda".

Otras cuestiones importantes que se manejan en buena medida por medio de símbolos, además de las que delimitan fronteras tangibles o intangibles, son las raciales del propio México (nunca ha sido necesario ir más lejos), las religiosas y la evolución de la revuelta captada desde el pensar y sentir de esos campesinos tan resentidos y dañados. La figura de Bierce no es más que el pretexto para construir este entramado histórico complejo desde diversas perspectivas.

No cabe duda de que Carlos Fuentes es un gran narrador. Les recomiendo la película de Luis Puenzo, protagonizada por Jane Fonda y Gregory Peck. 


Imagen: Ambrose Bierce (1842-1914)

9 comments:

Lola said...

¡Qué alegría que hayas hecho esta reseña, Andrómeda! Ya sabes lo que me interesa el libro.;)
Leímos algo sobre la revolución en La muerte de Artemio Cruz y quiero seguir leyendo (y más de la mano de Fuentes) sobre una parte de la historia de México que, aunque triste y violenta, resulta interesantísima y definitoria de lo que es hoy el país.
Además me parece un acierto elegir la figura de Ambrose Bierce como catalizador de aquellos años convulsos.
Un libro interesantísimo que leeré.
Un besazo.

mario skan said...

Hola Andrómeda: muy buena la reseña del libro. Recuerdo haber visto la película. LA dirigió LUis Puenzo tras su efecto post-oscar con la película La historia oficial. De Fuentes leí algunos cuentos. Tengo varios pendientes de este autor.
saludos

RebecaTz said...

Gracias, querida Lola, tenemos que leer algunos de esos pendientes de los que hablamos hace tiempo. :)
Este libro en particular me pareció muy bueno porque entremezcla con destreza los hechos tan crudos de la revolución y el interior de los personajes. Todo esto a través de una atmósfera alterada, tal como el movimiento.
¡Ya leeremos más de Fuentes!
Un abrazo.

Muy buena la película, Mario, me preguntaba antes de verla si se conseguiría transmitir al menos en parte tantas ideas subyacentes en la obra, pero creo que está bastante lograda.
Gracias, ¡un saludo!

Gabriel said...

Otra de esas estupendas lecturas que hemos compartido, Andromeda :)

Lo cierto es que creo que has conseguido plasmar la esencia de la novela. Toda esa locura, la violencia, la carnalidad (expresada tanto en el Cristo como en Arroyo, en escenas de extraña sensualidad).

Fue una lectura lenta e intensa, por la intensidad de su contenido.

Realmente es un libro para disfrutar con calma :)

RebecaTz said...

Qué bien lo pasamos con este libro, Gabo, como dices, disfrutándolo despacio. No es una lectura muy sencilla que digamos, pero valió la pena el esfuerzo. :)
¡Un abrazo!

Sue_Storm said...

El otro día estuve a punto de traérmelo de la biblioteca. Después de haber leído tu reseña, seguro que la próxima vez se vendrá conmigo. Disfruté mucho la película en su día, seguro que la lectura merece la pena (y además será mi primer Fuentes). Besos.

RebecaTz said...

Espero que te guste, Sue, es un libro algo espeso pero con un poco de paciencia todo se logra. Te recomiendo Las buenas conciencias, si te animas lo releo contigo. :)
¡Un abrazo!!

María said...

Hay un restaurante en mi ciudad que se llama "Gringo Viejo" y al que llevo llendo años (de cuando en cuando, claro)...creo que los dueños son mexicanos, y les tengo que preguntar sí el nombre del restaurante tiene algo que ver con el libro o la película...(que me dá que va a ser que sí).
Como siempre me encanta leerte. Aunque no conozco el libro y la película es muy probable que la haya visto en la infancia con mi padre, porque sí se parece al libro, es del tipo de historias con las que mi padre disfruta.
Harriet tuvo que ser una mujer muy interesante.
Un beso grande!!

RebecaTz said...

Me encanta el nombre para un restaurante de comida o inspiración mexicana, María. Nunca había visto la película, pero suelo buscar adaptaciones cinematográficas después de leer ciertos libros. En este caso una amiga me la sugirió y me gustó mucho.
¡Besos!!