Escritor norteamericano (1891-1980).
Tras la lectura de los Trópicos, Miller se ha convertido en todo un referente literario para mí. Sus fundamentos vanguardistas, combinados con un estilo tan peculiar, y aunados a la notable influencia que ejercería en escritores posteriores, hacen de él un autor imprescindible.
A diferencia de Trópico de Cáncer, novela en que relata sus vivencias en el París de los años 30, en ésta se remonta a la época de su infancia y juventud en Nueva York.
El autor nos introduce al texto a traves de una Historia Calamitatum (curiosamente, me parece que esta nota vendría mejor al otro libro, ya que en el que nos ocupa se muestra mucho más crítico que desventurado):
“Muchas veces el ejemplo es más eficaz que las palabras para conmover los corazones de hombres y mujeres, como también para mitigar sus penas. Por eso, como yo también he conocido el consuelo proporcionado por la conversación con alguien que fue testigo de ellas, me propongo ahora escribir sobre los sufrimientos provocados por mis desventuras para quien, aun estando ausente, siempre sabe dar consuelo. Lo hago para que, al comparar tus penas con las mías, descubras que las tuyas no son nada verdaderamente, o a lo sumo poca monta, y así podrás soportarlas más fácilmente.”
“Muchas veces el ejemplo es más eficaz que las palabras para conmover los corazones de hombres y mujeres, como también para mitigar sus penas. Por eso, como yo también he conocido el consuelo proporcionado por la conversación con alguien que fue testigo de ellas, me propongo ahora escribir sobre los sufrimientos provocados por mis desventuras para quien, aun estando ausente, siempre sabe dar consuelo. Lo hago para que, al comparar tus penas con las mías, descubras que las tuyas no son nada verdaderamente, o a lo sumo poca monta, y así podrás soportarlas más fácilmente.”
Todo inicia a partir de la idea del caos que define al autor/protagonista; habla de un ser cuya vida carece de significado, de impulsos o motivaciones reales, que posee una mirada incisiva cuando se trata de observar al mundo y a sí mismo, y que además refleja lo que no es: se declara amable, atento, incluso señala su falta de envidia, pero de inmediato aclara que "nació con una vena de maldad". Miller exprime su interior, declarando que lo más importante para él es poder expresarse, y lo hace de manera convulsa, demostrando con crudeza su visión del entorno.
En una obra que avanza, se detiene, gira y superpone planos temporales además de situaciones diversas que dificultan un seguimiento secuencial preciso, el autor nos cuenta sus experiencias como trabajador en una compañía de telégrafos, retratando la pobreza y las dificultades de la mayoría de los empleados, todos dibujados como seres inadaptados, desequilibrados y absorbidos por el pernicioso ambiente circundante:
Desde mi perchita en “Sunset Place”, podía observar a vista de pájaro toda la sociedad americana. […] Pero, cuando la mirabas de cerca, cuando examinabas las páginas por separado, o las partes por separado, cuando examinabas a un solo individuo y lo que lo constituía, el aire que respiraba, la vida que llevaba, los riesgos que corría, veías algo tan inmundo y degradante, tan bajo, tan miserable, tan absolutamente desesperante y sin sentido, que era peor que mirar dentro de un volcán.»
Desde mi perchita en “Sunset Place”, podía observar a vista de pájaro toda la sociedad americana. […] Pero, cuando la mirabas de cerca, cuando examinabas las páginas por separado, o las partes por separado, cuando examinabas a un solo individuo y lo que lo constituía, el aire que respiraba, la vida que llevaba, los riesgos que corría, veías algo tan inmundo y degradante, tan bajo, tan miserable, tan absolutamente desesperante y sin sentido, que era peor que mirar dentro de un volcán.»
Como parte de la contradicción que lo caracteriza, Miller pasa con facilidad de la indiferencia a cierto interés por los demás; la miseria de otros llega a impregnarse en sí mismo (quizá como consecuencia de su potencial analítico). Afirma que la sociedad está podrida en forma global e individual, pero en algún momento opta, cual Robin Hood, por ayudar a los demás:
"Pedía a los que tenían y daba a los que lo necesitaban, y era lo mejor que podía hacer, y lo volvería a hacer, si estuviera en la misma posición."
"Pedía a los que tenían y daba a los que lo necesitaban, y era lo mejor que podía hacer, y lo volvería a hacer, si estuviera en la misma posición."
Esta paradoja se encuentra más que justificada por el propio autor, quien se define a sí mismo con la complejidad suficiente como para sustentarla. Más adelante demuestra otra faceta a través de cierto delirio de grandeza que queda un tanto disminuido ante el fracaso de su primer escrito.
América es comparada con una "letrina del espíritu en que todo se ve aspirado hacia abajo, drenado y convertido en mierda eterna”. Miller no descuida esta continua censura, mientras va presentando algunos otros personajes con quienes se relaciona de distintas maneras, además de su mujer e hija, seres con quienes no parece tener alguna conexión afectiva evidente, y que arrastra a través del texto como si de un mal necesario se tratase.
En alternancia con lo puramente anecdótico, vuelca un cúmulo de sensaciones, opiniones y apreciaciones de sí mismo y de los demás, que literalmente inundan la obra, mientras el fluir de la conciencia se apodera de algunas páginas:
"La danza del sábado por la noche, la danza de los melones que se pudren en el cubo para la basura, de moco verde fresco y ungüentos viscosos para las partes internas. La danza de las máquinas tragaperras y de los monstruos que las inventan. La danza de los revólveres y de los cabrones que los usan."
América es comparada con una "letrina del espíritu en que todo se ve aspirado hacia abajo, drenado y convertido en mierda eterna”. Miller no descuida esta continua censura, mientras va presentando algunos otros personajes con quienes se relaciona de distintas maneras, además de su mujer e hija, seres con quienes no parece tener alguna conexión afectiva evidente, y que arrastra a través del texto como si de un mal necesario se tratase.
En alternancia con lo puramente anecdótico, vuelca un cúmulo de sensaciones, opiniones y apreciaciones de sí mismo y de los demás, que literalmente inundan la obra, mientras el fluir de la conciencia se apodera de algunas páginas:
"La danza del sábado por la noche, la danza de los melones que se pudren en el cubo para la basura, de moco verde fresco y ungüentos viscosos para las partes internas. La danza de las máquinas tragaperras y de los monstruos que las inventan. La danza de los revólveres y de los cabrones que los usan."
La desesperación, la desilusión y el hastío se presentan una y otra vez; el desamparo del ser humano es innegable. No hay más opción que tratar de recorrer el camino en soledad:
No puedo pensar en calle alguna de América, ni en persona que viva en ella capaces de enseñarle a uno el camino que conduce al descubrimiento de sí mismo".
El autoanálisis constante arroja resultados un tanto oscuros en varias ocasiones, aunque supongo que esto es normal en un ser que no encaja en la sociedad en que vive.
Es importante destacar las relaciones que establece con varias mujeres, en forma de acercamientos sexuales mecánicos, que serían parte integral de ese mundo desgastado y sin sentido; de un entorno que se desmorona y en el que nada es realmente trascendente. La irreverente actitud ante América y sus preceptos habla por sí misma, y su "misión" como observador se manifiesta de varias maneras:
"Sobre todo, yo era un ojo, un enorme reflector que exploraba el horizonte, que giraba sin cesar, sin piedad. Ese ojo tan abierto parecía haber dejado adormecidas todas mis demás facultades; todas mis fuerzas se consumían en el esfuerzo por ver, por captar el drama del mundo."
"Sobre todo, yo era un ojo, un enorme reflector que exploraba el horizonte, que giraba sin cesar, sin piedad. Ese ojo tan abierto parecía haber dejado adormecidas todas mis demás facultades; todas mis fuerzas se consumían en el esfuerzo por ver, por captar el drama del mundo."
Para reafirmar su dura exposición, Miller elige un punto de vista despersonalizado en sus vínculos: desinterés por los bienes materiales, por los suyos... Es un mero espectador, además de un crítico lacerante que no se perdona ni a sí mismo.
En esta obra polifacética y descarnada, también caben innumerables recuerdos de su niñez; reminiscencias de épocas más felices, menos sujetas a la censura y mucho más humanas. En cierta parte habla del pan de centeno, cuyo recuerdo está íntimamente relacionado con estos momentos agradables, cuando todavía no se presentaba la peor parte de la vida ante sus ojos. Por otro lado, la forma en que refleja a su familia en diversas partes del libro, deja mucho que desear.
A través de una de sus múltiples experiencias con mujeres, el autor establece un curioso vínculo entre la música y el sexo, ya que su destreza musical siempre estuvo relacionada con ellas: “siempre que tocaba el piano parecía que soltaba un coño”.
Miller se sumerge en la confusión, y en este ambiente ruin, delirante y, sobre todo, analítico, manifiesta su deseo de escribir. Afirma haber conocido los postulados vanguardistas en forma tardía, aunque se identificó con ellos profundamente. La ruptura del periodo de entreguerras, promovida por los artistas, es vista por él con buenos ojos. Los poetas, "excavadores del futuro", intentan partir de cero a través de sus versos y manifiestos, mientras la gente común se ve tristemente obligada a trabajar en fábricas de armamento.
Miller se sumerge en la confusión, y en este ambiente ruin, delirante y, sobre todo, analítico, manifiesta su deseo de escribir. Afirma haber conocido los postulados vanguardistas en forma tardía, aunque se identificó con ellos profundamente. La ruptura del periodo de entreguerras, promovida por los artistas, es vista por él con buenos ojos. Los poetas, "excavadores del futuro", intentan partir de cero a través de sus versos y manifiestos, mientras la gente común se ve tristemente obligada a trabajar en fábricas de armamento.
Autores como Dostoyevski -y su introspección psicológica-, y libros como La Evolución Creadora, de Henri Bergson, son influencias determinantes en su vida.
Más tarde abandona la conexión establecida con la música para concentrarse completamente en la construcción de estas páginas, cuya veracidad se convierte en motivo de reflexión: la expresión de la verdad será parte fundamental de su proceso vital:
“…de repente tuve la sensación de que, para seguir viviendo, había que incorporar aquella verdad intolerable a algo mejor que el marco de la desgracia personal.”
El autor continúa con las incesantes consideraciones que aborda de mil maneras, aceptando que en varias ocasiones se le presentó la oportunidad de empezar de nuevo, “pero carecía de fuerza y de fe”.
“…de repente tuve la sensación de que, para seguir viviendo, había que incorporar aquella verdad intolerable a algo mejor que el marco de la desgracia personal.”
El autor continúa con las incesantes consideraciones que aborda de mil maneras, aceptando que en varias ocasiones se le presentó la oportunidad de empezar de nuevo, “pero carecía de fuerza y de fe”.
En cuanto a sus escritos, afirma: "Aun cuando pudiera escribir el libro que quiero escribir, nadie lo aceptaría: conozco demasiado bien a mis compatriotas."
Se trata de un reproche muy significativo, dirigido hacia una sociedad que ha rechazado su obra y que él mismo se encarga de condenar.
Finalmente una noche, en una sala de baile, conoce a Mara (June), la mujer "con quien soñaba", que en algún punto identifica con América, pero también con Venus y con Lilith, y habla de una "nueva vida" vinculada a ella. La intención catártica de la obra –entre tantas otras- ha surtido efecto: su verdad ha quedado plasmada, y el mañana se abre ante él: “Buscaré el fin en mí mismo.”
Henry Miller expone una vez más su grandeza como escritor a través de una novela en que la amalgama de tiempos, situaciones y largas meditaciones es tan intrincada como intensa. La idea del sexo instintivo -quizá como vía de escape y/o como símbolo de la podredumbre reinante en un mundo fundamentalmente hostil-, la afilada crítica y la reiterada búsqueda de expresión, son algunas de las constantes principales de la obra.
23 comments:
Un "autor imprescindible" perfectamente prescindible para mí, como ya sabes, Andromeda XDDD
Besos ;)
Pueeeeeeees... Lo que pasa es que, aunque casi terminas el libro, no leíste mi reseña completa. Jajajajajaja.
Ahora voy a hacerle un hueco a Anaïs Nin, para leer Henry & June. Tal vez te interese... XD
¡Besos!
O_O
Juro que la he leído completa. Es más, tras leer tu comentario la he vuelto a leer. No entiendo por qué me dices eso O_O
El primer libro que leí de Miller fue trópico de Cáncer, donde narra sus aventuras amorales en París, luego conseguí de la biblioteca pública Sexus y después la novela que comentás. Su vida laboral en NY con el gran ojo de observador. Es en este escrito donde relata tan vividamente escenas de sexo? Miller elige un punto de vista despersonalizado en sus vínculos: desinterés por los bienes materiales, por los suyos..."Es un mero espectador, además de un crítico lacerante que no se perdona ni a sí mismo." esta observación que haces de él es perfectamente lo que pensaba de trópico de Cáncer pero nunca hallé las palabras.
Hay un libro de Miller donde narra los libros que lo impactaron y aquellos que ahora le resultan sosos, uno de ellos es La montaña mágica, el título del libros es Los libros en mi vida, un ejemplar interesante.
saludos y muy buena reseña
Gabo, fue una bromita... ^ ^
Hola, Mario, yo sólo he leído los Trópicos, pero me parece que es en esta novela donde las escenas de sexo son más explícitas.
No tenía idea de la obra que mencionas (Los libros en mi vida), pero ten por seguro que la voy a buscar de inmediato, muchas gracias.
¡Saludos!
En mi país chile , hay actualmente una serie nocturna , que se llama donde esta elisa , trata de una niña de 16 años que tiene una aventura con un adulto.
El libro preferido de la personaje es tropico de capricornio , lo que ha generado que varias personas se pongan a leer a Miller.
El libro " los libros en mi vida"
es un gran libro
saludos
El libro de Miller los libros en mi vida lo podes hallar en la web o si queres te lo mando por mail.
saludos-mario
Vale, Andromeda, ya te he captado, debía de estar espeso :)
Algún día coincidiremos con algo más que con Conrad, seguro XD
Vaya, Leox, me gustaría ver esa serie...
Gracias, Mario, ¡lo tengo!
Gabo, sí que estás espeso, ya hemos coincidido con muchos otros, como París era una fiesta... ¡Jajajajaja!
Es otra bromita. ^ ^ XDD
No puedo decir nada, porque no lo he leído...y tampoco he leído nada del autor, pero me gusta como lo cuentas...lo que transmites.
Un abrazo y que tengas buen día!!
Gracias, María, igual para ti.
¡Besos!!
Hola, Adrómeda!
Este libro lo presté a un amigo hace años, y sigo esperando su devolución. Miller es un genio. Hay escenas inolvidables en este libro.
Sos tan atenta a sus partes que parece estar releyendo la novela.
Un gusto leerte.
Saludos!
Hola, e.r., yo en algún momento opté por dejar de prestar libros (su retorno era muy impreciso, y cuando volvían muchas veces era en estado lamentable).
También me parece que Miller es un genio.
Mil gracias, ¡un saludo!
Hola Andrómeda,
tiempo ya...
Mi vida no sería la misma sin la lectura de esos trópicos.
Beso
Hola, Cristian, me pasa lo mismo con estas lecturas.
Gracias por la visita, abrazos. :)
¡Hola Andrómeda! Leí los dos Trópicos hace años, y mi juicio al tiempo fue que lo de Cáncer era un libro perfecto y lo de Capricornio era una obra interesante sino imperfecta. ¿Tú tienes una preferencia en cuanto a los dos? Como Mario y Leox, me gustó Los libros en mi vida también. Gracias por la reseña. ¡Saludos!
Buena exposición, a pesar de lo difícil que es este libro, tanto de leer como de reseñar. XD. Pero merece la pena el esfuerzo. Nos vemos para El coloso de Marusi, ¿no?
Besos.
Hola, Richard, la verdad es que me gustaron ambos libros, pero Trópico de Capricornio me pareció mucho más complejo. Para empezar recomendaría el otro libro, sin duda.
¡Un saludo!
Gracias, Madoguna, gustosa seguiré esforzandome con Miller (ya tengo el otro libro...) XD
¡Abrazos!
¡Hola! Tengo muchas ganas de leer algo de Miller, y había pensado uno de los Trópicos... pero... ¿cuál? ¿Puedes ayudarme?
Felicidades por tu blog. Es muy completo. :)
¡Saludos!
Hola, Hierbaroja, yo empecé con Trópico de Cáncer y aunque de acuerdo a la cronología en que Miller escribió sus obras es posterior a Trópico de Capricornio, en este último habla de periodos más tempranos de su vida.
De cualquier forma, yo empezaría por Trópico de Cáncer; es la obra que me enganchó definitivamente a la narrativa de Miller.
Gracias por la visita.
¡Un saludo!!
Hola, de verdad espero que me puedas responder. El caso es que compre por error trópico de capricornio en vez de trópico de cáncer, ¿hay mucho problema si leo primero este? ¿o necesito empezar por el de cáncer para entender la trama?
Hola, no hay ningún problema, estas novelas se pueden leer en forma indistinta, son totalmente independientes y bastante complejas. ¡Que las disfrutes!
Te agradezco mucho la respuesta, que estés bien!
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