Transgresor de los cánones preestablecidos, Henry Miller describe con lujo de detalles y tintes autobiográficos los estratos más bajos del París que conoció en la época de la Gran Depresión.
La novela, publicada en 1934, muestra la influencia vanguardista característica de esos años, sobre todo en el fluir de la conciencia de algunos párrafos que me remitieron a la escritura automática del Surrealismo.
La narración se encuentra -básicamente al inicio- entrecortada por el incesante flujo interior del protagonista, por lo que da la impresión de no tener una secuencia muy explícita, aunque más adelante las descripciones y anécdotas se encargarán de proporcionar a la obra la fluidez y contundencia que la caracterizan, contribuyendo a que el lector comience a formarse un concepto del París más pobre de aquella época.
El lenguaje es directo, sin concesiones de ningún tipo; el poder descriptivo se refleja en todos los detalles, símbolos e imágenes, que pueden ser reflexivos, anecdóticos o eróticos, principalmente, siendo este último aspecto el que se refleja con una libertad inhabitual hasta entonces y sin tapujo alguno. La sensualidad descarnada va unida a otros contenidos que destacan igualmente por su crudeza; los anhelos de perfección artística o mera capacidad creadora se encuentran vacilantes ante un aspecto tan primordial como la supervivencia. Paradójicamente, es esto mismo lo que contribuye a que una obra de esta magnitud revele, con rigurosa aproximación, una realidad que ya no queda implícita en el texto, sino evidenciada con la fuerza de una exposición admirable. Los barrios bajos de París se retratan con la misma exactitud que cualquier otro ambiente podrido y miserable, o que una escena de deseo sexual.
La narración se encuentra -básicamente al inicio- entrecortada por el incesante flujo interior del protagonista, por lo que da la impresión de no tener una secuencia muy explícita, aunque más adelante las descripciones y anécdotas se encargarán de proporcionar a la obra la fluidez y contundencia que la caracterizan, contribuyendo a que el lector comience a formarse un concepto del París más pobre de aquella época.
El lenguaje es directo, sin concesiones de ningún tipo; el poder descriptivo se refleja en todos los detalles, símbolos e imágenes, que pueden ser reflexivos, anecdóticos o eróticos, principalmente, siendo este último aspecto el que se refleja con una libertad inhabitual hasta entonces y sin tapujo alguno. La sensualidad descarnada va unida a otros contenidos que destacan igualmente por su crudeza; los anhelos de perfección artística o mera capacidad creadora se encuentran vacilantes ante un aspecto tan primordial como la supervivencia. Paradójicamente, es esto mismo lo que contribuye a que una obra de esta magnitud revele, con rigurosa aproximación, una realidad que ya no queda implícita en el texto, sino evidenciada con la fuerza de una exposición admirable. Los barrios bajos de París se retratan con la misma exactitud que cualquier otro ambiente podrido y miserable, o que una escena de deseo sexual.
Llaman la atención algunas consideraciones en las que destaca una visión pesimista (muy de acuerdo con la época) y en las que además el hombre empieza a nutrirse en la adversidad:
“Cada quien tiene su tragedia privada. La lleva ya en la sangre: infortunio, hastío, aflicción, suicidio. La atmósfera está saturada de desastre, frustración, futilidad. [...] No obstante, el efecto que me produce es estimulante. En lugar de desanimarme, o deprimirme, disfruto. Pido a gritos cada vez más desastres, calamidades mayores, fracasos más rotundos. Quiero que el mundo entero se descentre...”
Se habla del mundo como un naufragio y constantemente se retomará la idea de fatalismo y desaliento. Desde mi punto de vista, esta es la parte que Miller refleja con más empeño; su fecundidad expresiva es tan excepcional como su capacidad de penetrar en lo más hondo de las situaciones humanas en una sociedad vista desde abajo y repleta de imágenes continuas. Hombres y mujeres viven al límite en ese mundo tan exigente.
En base a su estancia en casa de un conocido, el protagonista reflexiona:
“Intento calmarme. Al fin y al cabo, éste es un hogar que he encontrado, y cada día hay una comida esperándome. Y Serge es un buen tipo, de eso no hay duda. Pero no puedo dormir. Es como dormirse en un depósito de cadáveres. El colchón está saturado de líquido de embalsamar. Es un depósito de cadáveres para piojos, chinches, cucarachas, tenias. No puedo soportarlo. ¡No voy a soportarlo! Al fin y al cabo soy un hombre, no un piojo.”
En base a su estancia en casa de un conocido, el protagonista reflexiona:
“Intento calmarme. Al fin y al cabo, éste es un hogar que he encontrado, y cada día hay una comida esperándome. Y Serge es un buen tipo, de eso no hay duda. Pero no puedo dormir. Es como dormirse en un depósito de cadáveres. El colchón está saturado de líquido de embalsamar. Es un depósito de cadáveres para piojos, chinches, cucarachas, tenias. No puedo soportarlo. ¡No voy a soportarlo! Al fin y al cabo soy un hombre, no un piojo.”
Por otra parte, si bien dice que en Europa "sólo le falta ser un hombre", las descripciones que hace de Nueva York, su ciudad natal, hablan por sí mismas: “erigida sobre el vacío abismo de la nada. Sin sentido.”
Seguramente es esa parte artística tan buscada en Europa lo que le da sentido a su estancia en París, pese a cualquier inclemencia, aunque tal parece que aun negándose a volver a su patria, en el viejo continente ha encontrado también otra forma de vacuidad que se ha reflejado en tantas obras de la época ante el desaliento de una guerra y la inminencia de otra.
Entre unos y otros sucesos, continúa la idea de un mundo devastado: “¿Acaso no estaba la tierra aturdida por el crimen y la miseria?” Miller habla de un dejarse llevar por el destino, ya que no puede seguir desafiando sus designios. El cúmulo de sensaciones internas y externas se expresa intensamente en esas partes de la obra que dejan a un lado lo anecdótico para dar paso a lo introspectivo.
A pesar de que retoma la idea de calamidad una y otra vez, lo hace de formas tan variadas y con una prosa tan nutrida y sin rodeos, que sostiene el interés en todo momento. El autor/protagonista asegura que se encuentra más allá de cualquier desgracia, que está "vacunado" contra ella, pero los sucesos que siguen a estas reflexiones demuestran que la dificultad que supone el sobrevivir en un ambiente tan hostil es innegable.
A pesar de que retoma la idea de calamidad una y otra vez, lo hace de formas tan variadas y con una prosa tan nutrida y sin rodeos, que sostiene el interés en todo momento. El autor/protagonista asegura que se encuentra más allá de cualquier desgracia, que está "vacunado" contra ella, pero los sucesos que siguen a estas reflexiones demuestran que la dificultad que supone el sobrevivir en un ambiente tan hostil es innegable.
Por otra parte, el hambre y la enfermedad se plantean como implacables cuando pierde el trabajo que le ayuda a malvivir, por lo que tiene que ofrecer su mejor rostro a quienes tengan posibilidades de ayudarlo de alguna manera.
Pese a todo, París continúa siendo un monstruo absorbente:
Pese a todo, París continúa siendo un monstruo absorbente:
"...Cuando has sufrido y soportado cosas aquí, entonces es cuando París se apodera de ti, podríamos decir que te agarra de los cojones, como una puta enamorada que prefiere morir a soltarse."
Cierto incidente en la última parte de la obra hace que el universo parisino sea visto a través de otro prisma. Aunque muchos de los personajes habían vivido sin poder satisfacer sus necesidades más apremiantes, París no dejaba de ser una ciudad muy especial para ellos. Sin embargo, lo ocurrido a uno de ellos le concede a este tema otra dimensión tras los acontecimientos personales que hicieron insostenible su estancia ahí, estableciendo nuevas diferencias entre el mundo europeo y el americano, empezando por el más obvio, el de la nacionalidad que le hace ver las cosas "con otros ojos".Y es que antes: “Cuando decía France quería decir vino, mujeres, dinero en el bolsillo que como viene se va.”
Miller decide equilibrar el asunto:
“..., se dio cuenta de que no estaba en un circo, sino en un ruedo, exactamente igual que en cualquier otro sitio. Y, además, más siniestro que la hostia.”
Cierto incidente en la última parte de la obra hace que el universo parisino sea visto a través de otro prisma. Aunque muchos de los personajes habían vivido sin poder satisfacer sus necesidades más apremiantes, París no dejaba de ser una ciudad muy especial para ellos. Sin embargo, lo ocurrido a uno de ellos le concede a este tema otra dimensión tras los acontecimientos personales que hicieron insostenible su estancia ahí, estableciendo nuevas diferencias entre el mundo europeo y el americano, empezando por el más obvio, el de la nacionalidad que le hace ver las cosas "con otros ojos".Y es que antes: “Cuando decía France quería decir vino, mujeres, dinero en el bolsillo que como viene se va.”
Miller decide equilibrar el asunto:
“..., se dio cuenta de que no estaba en un circo, sino en un ruedo, exactamente igual que en cualquier otro sitio. Y, además, más siniestro que la hostia.”
Esta novela es invaluable como reflejo de una ciudad hecha a la medida de los artistas, pero en la que además había que tropezar y convivir continuamente con innumerables escollos auspiciados por la propia época y otros factores. De igual manera, transmite un vehemente y penetrante realismo; entiendo el escándalo suscitado tras su publicación, aunque en estos tiempos se aprecie de otra manera. Me parece que la profundidad de lo que refleja trasciende por completo cualquier otro aspecto.
9 comments:
Hola, Andromeda, sabes que no he leído nada de Miller :(
Gracias por la reseña.
Qué interesante!! De Henry Miller no he leído nada...pero tomo nota...
Como es habitual...Andrómeda, qué bien escribes...
Lo de que cada quien lleva su tragedia privada...qué cierto es!!
Mil besos y gracias!!
Hola, carolina. Este es mi primer libro de Miller, largamente aplazado... :)
Gracias, María, es cierto eso de la tragedia privada que lleva cada quien, y a veces nos enteramos de esto (en el caso de los escritores), hasta que nos acercamos a algún texto biográfico o de carácter autobiográfico.
¡Un abrazo!, chicas.
Le confieso, Andrómeda, que después de leer su estupenda reseña de Trópico de Cáncer, me ha provocado releerlo. Tal vez lo leí en una época en que prefería encontrarme con una historia bien estructurada, así que Trópico de Capricornio siempre fue mi favorita de Miller.
Con respecto a la carátura de su libro, justo estoy releyendo algo que tiene que ver con Egon Schiele.
Saludos,
R.
Hola, R. Gracias por el comentario, tengo planeado leer Trópico de Capricornio en breve.
A mí me interesó profundizar en la obra de Egon Schiele (que ahora me fascina) gracias a Los cuadernos de don Rigoberto, de Vargas Llosa.
¡Un saludo!
Junto con trópico de Capricornio , trópico de cáncer , fueron libros pilares cuando tenia 18 años , un punk te tomo y lomo Miller.
Recomiendo Los libros de mi vida, a mi juicio lo mejor de Miller , Mejor que cáncer y capricornio , en otras palabras dinamita pura
Sucedió nuevamente, te dejé un comentario y no salió.
Bueno Andrómeda, me gustó mucho tu post, certero y agudo, por un momento creí que me había equivocado cuando dije que había un libro de miller llamado trópico de capricornio. También me llamó la atención su libro sexus, que se nombra en la película cabo de miedo, cuando el villano,para seducir a la adolescente le presta el libro de miller.
saludos
¿Tienes planeado leer Trópico de Capricornio en breve?
Espero que cuentes conmigo. ;)
Buen libro, lo recomiendo aunque sólo sea por acercarse a Miller, a su mundo de artistas bohemios en París y a su magnífica manera de narrar.
Gracias Leox, me apunto Los libros de mi vida, ¡me puedo imaginar que se trata de dinamita pura!
Ay, Mariano, no sé qué pasa con los mensajes... :(
A mí también me llama la atención Sexus, voy a comprarlo.
Ahora mismo vuelo a proponerte la fecha, Madoguna.
¡Un abrazo!, chicos.
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