El hombre perro - Yoram Kaniuk


Libros del Asteroide, 2007.
Yoram Kaniuk (Tel Aviv, 1939).

A esta obra la precede un buen prólogo que más que desvelarnos la trama, nos sitúa en su contexto. Sentí una conexión inmediata entre la idea de sumisión de Vida y destino y la que se plantea en estas primeras páginas; es interesante leer acerca de la transición necesaria que requirió el pueblo de Israel para aceptar la idea de que los judíos "impotentes que eran conducidos a los crematorios como una oveja al matadero", eran tan dignos de atención y estima como los "luchadores". El hombre perro (1968) es una obra que precisó de ese tiempo que hace madurar ideas y aceptar verdades dolorosas, para ser tomado en cuenta en su justo valor.

Adán Stein es llevado al Instituto de Rehabilitación y Terapia de Arad (donde ya había estado), tras haber intentado estrangular a Rutschen, la dueña de la pensión en que vivía. Desde este momento se utiliza el recurso de la ironía, ya que mientras se dispone a abandonar el lugar sostiene una conversación tan lúcida y cotidiana con su casera que pareciera que se trata de un día tan convencional como cualquier otro. El protagonista se condena a sí mismo con una sensatez contundente: "Yo soy quien se ha cavado todos los pozos en los que he caído".

De vuelta en el Instituto de Rehabilitación, Adán se muestra como un hombre inteligente y sagaz. Lo esperan con ansiedad o con reticencia, según el caso. La narración envuelve en el cúmulo de sensaciones transmitidas por los personajes. Él es admirado en este lugar, su personalidad es atrayente; es uno de esos hombres brillantes-trastornados que logran cautivar hasta a la persona más cuerda.
Indudablemente es Gina, la enfermera, quien lo recibe con alegría infinita, ya que entre ellos existe algo más que una simple amistad. Aunque su evolución en el relato no me pareció tan definida, su amor por el loco que hay en Stein es innegable.
"Y todo lo que quiere realmente es que ese hombre, su apuesto hombre, se detenga, la aplaste contra la pared, acerque su boca, le separe los labios con la lengua y pesque, pesque en ella. Ella será un mar abierto, un océano de placer, sí, ella, el águila."

Por otra parte, el doctor Gross -el más importante del Instituto- pierde perspectiva ante la acumulación de experiencias que hacen de Adán un personaje en el que habría que mirar muy a fondo para atisbar una pequeña fracción de lo que realmente lleva dentro. El médico ha fracasado en el intento, ya que lo que el paciente representa sobrepasa sus capacidades y su propia experiencia: "Y soy un enfermo, soy un payaso, y voy a morir... agonizo. Despacio. Despacio. Y tú no consigues meter cuña en el carro, detener esta muerte. Yo puedo, pero no quiero, tú debes y no puedes..."

La Señora Seizling es la dueña del Instituto, cuya creación ha estado influenciada por la hermana Schwester, con quien entabla una relación que deja entrever una buena dosis de fanatismo retroalimentado. La velocidad con que llegan a una acuerdo ante la "evidente" comunicación entre Dios y los locos (como si sólo ellos, en su desgracia, pudiesen desentrañar sus incomprensibles designios), no deja dudas acerca de la actividad que emprenderán a continuación. La señora Seizling materializa los más profundos anhelos de la hermana Schwester porque tal vez vislumbra en ellos la propia realización personal que está buscando.
"Y Él volverá a revelarse y hablar a... los locos. Ellos comprenden, son sensibles, sienten, le verán..."
De cualquier manera, el sentimiento que fundamenta la invaluable construcción del Instituto está lleno de nobleza: "Ahora estamos ocupados en impedir a toda costa una masacre. La masacre de los masacrados cuyo cuerpo llegó a esta tierra y cuya alma quedó en los hornos crematorios."La señora Seizling muere pronto, pero su magnánima presencia permanece a lo largo de la novela; su cuerpo se encuentra congelado a causa de un litigio, por lo que su perturbadora y constante evocación logra inquietar a más de uno.

En las siguiente páginas, el autor nos sigue demostrando su capacidad para transmitir los sucesos a través del simbolismo que envuelve las acciones de los seres que pueblan esta historia. La casa de locos es el ambiente idóneo para ir desenredando la madeja que desvelará gran parte de las circunstancias que oprimen al protagonista.

En el pasado, Adán divertía a los judíos que se dirigían a las cámaras de gas, entre ellos su mujer, Gretschen, y su hija, Lotte, simulando ser un payaso, un perro. El comandante Klein, en aras de saldar una vieja deuda, lo salvó del Holocausto pero propició su desequilibrio mental.
En la Institución nadie comparte su bagaje vivencial y emocional. La fantasmagórica aparición del comandante Klein, fundida en la de su hermano gemelo Herbert, le acarrea un tormento en forma de reproches que su mente prefiere poner en boca de otros.

La historia continúa en un interminable fluir de la conciencia donde el protagonista nos va revelando las profundidades de sí mismo: ha sido un perro por contrato, ha descendido hasta lo más bajo que puede caer un ser humano, hasta la bestialidad que supone ser un perro. Pero, ¿qué es un perro?
"Un perro es humanidad salvaje. Un perro ama y odia a las personas. Un perro puede ser amaestrado y odia ser amaestrado, y no puede hacer nada salvo seguir amaestrado [...] Un perro es un hombre que sigue siendo niño y ya no es un lactante."
Stein hace una buena aproximación de lo que es un perro -de lo que es él mismo- ya que posee "una máscara adherida al rostro que ya no se puede quitar", y de aquí parte esa idea de la impostura que lo define, tan mencionada en el libro. Quizá es un impostor por llevarla, pero también por ser un hombre muerto que tristemente se encuentra condenado a fingir lo contrario.

Pronto aparece en escena otro perro, el de la habitación 285, con quien establece una conexión inmediata. El niño-perro sería su igual, el espejo en que se ve a sí mismo. Stein buscará la redención a través de esta relación (que poco a poco va cobrando una profundidad ilimitada).

Es necesario aclarar que Adán no se trastornó inmediatamente después de la guerra (al menos no al grado de ser internado); todavía tuvo tiempo de vivir en un Berlín que "le acepta". Después, la idea de reencontrarse con su hija Rut lo lleva a emigrar. Este hecho probablemente significaría su último lazo con la vida y la cordura, pero resulta que su hija también ha muerto, y con ella se pierde una gran oportunidad para que su padre vuelva a vivir.

La estancia en el Instituto se va enriqueciendo con otros personajes y situaciones interesantes; no puedo dejar de citar la imagen que cierra cierto capítulo sobrecogedor, y que se refiere a la suma de los numeros impresos en los brazos de los internos:
"Adán se detiene. El número no tiene fin, [...] qué son ocho trillones de lágrimas, de dientes, de espuma de jabón, de piel estirada, de huesos molidos, [...] de sueños, de gotas de semen que no fecundarán, de barbas que no crecerán, de libros que no serán escritos, de inventos no inventados, de amores no amados..."

Volviendo al niño-perro (personaje crucial en esta historia), es sorprendente la manera en que Adán Stein vuelca en él toda su capacidad de amar, porque éste lo necesita desesperadamente, y tal vez porque es su oportunidad de continuar con la tarea que la vida le negó.
El niño (Uriel, llamado en el Instituto David Rey de Israel) hace grandes esfuerzos por reintegrarse a la humanidad gracias a todo un proceso de amor y reciprocidad con Adán (pronto deja de ladrar y se encamina a ser persona nuevamente). Como si de padre e hijo se tratase, los perros van dejando de serlo, unidos por un afectuoso lazo.

Los propios médicos reconocen su fracaso ya que ellos comienzan a curarse por sí mismos. En pleno proceso de recuperación, "han penetrado en los oxidados entramados del alma". El sensible doctor Gross considera que Adán es un hombre inmensamente capaz de amar; su encuentro con el otro perro ha sido "El milagro de la mano de Dios".

Por cierto que la idea de Dios se retoma una y otra vez, siempre bajo características similares (seguramente proporcionadas por las duras condiciones de vida a las que se han enfrentado los personajes): "Un Dios celoso, un Dios que ha desamparado, un Dios que ha huido, que ha traicionado..."

Gran libro en que la esperanza prevalece hasta el final, envuelta en una intensa metáfora sobre la supervivencia, el compañerismo y el amor. Al estar narrada desde un punto de vista tan distinto al cotidiano, tan demencial y alegórico, la novela se vuelve estupendamente innovadora.

11 comments:

Lola said...

Nunca olvidaré la lectura de este libro, me ha dejado huella. Pasan días desde que lo terminé y sin embargo lo tengo presente.
Me ha dejado una grata sensación y Kaniuk ha sido un gran descubrimiento.
Bss.

María said...

Anoto el libro, aunque ahora mismo...la idea de los crematorios no me atrae del todo. Acabé con el "Pijama de Rayas" de milagro. Sin duda, no quiero decir que este libro sea lo mismo, por lo que dices no creo.
Me gusta eso de que "la esperanza prevalece hasta el final". Tu entrada fabulosa,...espero que no nos pongamos más máscaras de perros...Un saludo!!

RebecaTz said...

Es un libro muy poderoso, Babel, yo tampoco podré olvidarlo. :)

No he leído el "Pijama de rayas", María, pero supongo que este libro es muy distinto (la guerra ha terminado y algunos supervivientes que han quedado completamente desequilibrados buscan la manera de salir adelante).

Gracias, ¡abrazos! :)

mario skan said...

EStá bueno ese calificativo, poderoso, tal vez la novela que más se acerque a esa descripción sea Adán Buenosayres.
Son tantos los libros que reseñas que alguno deberé elegir.

saludos

milserifas said...

Anoto el título del libro, y su autor, con letra roja y clara en mi cuaderno de "muy" pendientes; espero topármelo, pues a veces a estas latitudes no llega todo lo deseable.
Un cordial saludo.

RebecaTz said...

Me has hecho ir a buscar información sobre Adán Buenosayres, Mariano, ¡tal parece que es un gran faltante en mi haber!

A mí también se me complica conseguir algunos libros, Milserifas. Gracias por la visita,
con tu permiso te enlazo a mi blog. :)

Saludos.

Leox said...

Libros de esta editorial he visto reseñados en varios blogs y lo unico que quiero es leerlos , pero curiosamente por estos lados es muy difícil encontrarlos.
Mercado editorial: pésimo.

Bárbara said...

Me puse a buscar el libro, después de leer los párrafos que transcribiste. Fue inevitable.
"Yo soy quien se ha cavado todos los pozos en los que he caído".

"Y todo lo que quiere realmente es que ese hombre, su apuesto hombre, se detenga, la aplaste contra la pared, acerque su boca, le separe los labios con la lengua y pesque, pesque en ella. Ella será un mar abierto, un océano de placer, sí, ella, el águila."

Increible.
No conocía al autor, ahora me resulta algo a remediar. Además el tema me fascina, otro libro para el verano, otro que hará peligrar los finales!
Saludos!

RebecaTz said...

Yo tampoco lo conocía, Bárbara. A través de esta editorial (Libros del Asteroide) estoy descubriendo a escritores excelentes.
Acabo de comprar otro libro suyo mucho más corto: Wasserman. Historia de un perro (como que le gustan los perros...)

Abrazos.

Offuscatio said...

Acabo de verlo en la librería, y me parece que me podría gustar. Tu último párrafo me ha convencido :)

RebecaTz said...

Gracias por la visita, Marisa, ando muy desconectada del blog desde hace tiempo. :(
Recuerdo esta lectura como compleja pero estupenda a la vez.
¡Un saludo!