La cena - Alfonso Reyes

 Alfonso Reyes, escritor mexicano, (1889-1959).

Al hablar de Aura, de Carlos Fuentes, es imposible no recordar su antecedente inspirador, en uno de los cuentos mejor trazados que he leído. El hecho de que muchos escritores se basen en otras obras para labrar las suyas no es algo sorprendente, y hay de ello varios ejemplos.

Escrito en 1912, La cena es un relato fantástico bien logrado. Los elementos narrativos están delimitados con gran precisión y el lector, desde sus primeras líneas, se ve envuelto en un ambiente inquietante y estremecedor.

Alfonso, el protagonista que nos cuenta su insólita aventura, inicia esta historia con una apresurada carrera que lo llevará a una cita extraña pero sugerente; esa misma mañana le habían enviado una misiva con las siguientes palabras: "Doña Magdalena y su hija Amalia esperan a usted a cenar mañana, a las nueve de la noche. ¡Ah, si no faltara!..." 

El camino hacia el sitio convenido se encuentra plagado de figuras irreales, oníricas; la luz artificial y la agitación del momento contribuyen a la creación de una atmósfera extraordinaria. Una vez en la casa, el supersticioso joven se encuentra frente a la silueta envuelta en tinieblas de una mujer nunca antes vista.

Más adelante, la visión de un vestíbulo anodino y trivial -cuando había cifrado sus expectativas en algo más interesante- lo decepciona un poco, pero al avanzar se encuentra con el sitio “respetable” que había imaginado. Destaca especialmente un retrato que, en palabras del propio Alfonso sería “el de un señor de barba partida y boca grosera”.

Alfonso comienza a sentirse hipnotizado por Amalia y Doña Magdalena, quienes vestidas de negro y con actitudes paralelas, insinuantes y estremecedoras, lo conducen a cierto estado placentero (gracias también, a los efectos del vino). La disposición y las sensaciones de Alfonso y ambas mujeres van transformándose gradualmente, hasta el punto en que llega a sentirse deprimido y agobiado. Esta situación cambia en cierta medida con la repentina invitación de acudir al jardín, que el protagonista describe como “semejante a un camposanto”. En su delirio, sus recuerdos sobre este sitio se muestran tenebrosos y sombríos:
“Creo haberles oído hablar de flores que muerden y de flores que besan; de tallos que se arrancan a su raíz y os trepan, como serpientes, hasta el cuello.”

Sin embargo, Alfonso no recuerda haber visto plantas en esa oscuridad y debido al aburrimiento, entre otras cosas, termina por quedarse dormido. Al despertar, el desenlace del relato se precipita cuando las fantasmales señoras comienzan a hablar de cierto capitán el cual, joven y apuesto, había marchado a Europa donde, tras quedar ciego en una explosión, ya no tuvo posibilidades de admirar su tan anhelado París. Pero él, Alfonso, le hablaría de esa ciudad a través de su retrato; de un retrato en el que febrilmente y de manera incomprensible, se reconoce a sí mismo…
El retorno a casa se presenta tan espectral como antes. La única prueba de la veracidad de esta aventura de pesadilla, sería una florecilla en su ojal.

Muchos años después, en 1962, Carlos Fuentes tomaría algunos elementos de este relato para escribir Aura, dando lugar a una obra distinta y original. De hecho, creo que esta última es inimitable.

8 comments:

Lluís Salvador said...

Hola:
Me ha agradado mucho tu reseña, sobre un escritor al que conozco sólo de nombre, pero del que no he podido leer hasta el momento nada, pero cuyo nombre va asociado a recomendaciones de grandes escritores y a historias de la literatura y del género fantástico (si no recuerdo mal, entre estas últimas, La Historia Natural de los Cuentos de Miedo).
Y me ha intrigado y maravillado la historia de que sea antecedente de Aura, y los detalles que sobre esto proporcionas.
Me ha interesado vivamente, y haré todo lo posible por conseguirlo.
Un saludo!

mario skan said...

De Alfonso Reyes leì una historia del libro pasando desde la escritura cuneiforme hasta los papiros, escritos hebreos,griegos, romanos,etc.
Borges lo menta mucho en su obra.

Por lo que leì en la reseña no puedo dejar de pensar en el Conde de Potocki y su manuscrito hallado en Zaragoza no por lo terrorifico sino en lo del sueño, bueno son asocianes mías


y por último este pasaje de Borges sobre la flor de Coleridge y la inspiración.

"si un hombre atravesara el paraíso en un sueño y le dieran una flor como prueba de que había estado alli, y si al despertar encontrara esa flor en su mano...¿entonces, qué?" Borges, La flor de Coleridge.

saludos

Bárbara said...

Hola, habría que hacer una entrada sólo sobre influencias de los escritores, a mi particularmente me fascina ver cómo uno te lleva a otro todo el tiempo y no podría ser de otra forma. Aquí te copio lo que decía Onetti al respecto, que lo dice más lindo que yo ;)
"Todos coinciden en que mi obra no es más que un largo, empecinado, a veces inexplicable plagio de Faulkner. Tal vez el amor se parezca a esto .Por otra parte, he comprobado que esta clasificación es cómoda y alivia."

Bueno, abrazos!

pd: Creo haberles oído hablar de flores que muerden y de flores que besan; de tallos que se arrancan a su raíz y os trepan, como serpientes, hasta el cuello.” Me encantó este párrafo.

Bárbara said...

Uff, Schiele es uno de mis pintores favoritos.
Quizás ya los conocés pero, por las dudas, también van a gustarte, creo, Kokoschka y Kathe Köllwitz.
Saludos!

RebecaTz said...

Gracias Lluís. Alfonso Reyes destacó principalmente como ensayista. Por cierto que uno de mis favoritos es "Visión de Anáhuac".

Mariano: De Potocki sólo he leído "La historia del endemoniado Pacheco" (en una antología), voy a buscar el texto que mencionas.
Por cierto que me has hecho ir directamente por el poema de Coleridge, gracias (no lo había leído):

¿Y si durmieras?
¿y si en sueños, soñaras?
¿y si en el sueño fueras al cielo,
y allí cogieras una extraña y hermosa flor?
y si, al despertar...
tuvieras esa flor en la mano?

Samuel Taylor Coleridge.

Bárbara: es innegable -y maravilloso- el hecho de que unos libros nos lleven a otros; la información siempre se va encadenando. Muchas novelas me han hecho conocer a poetas, a pintores y diversos artistas. (Me fasciné con Schiele, por ejemplo, gracias a Vargas Llosa con el "Elogio de la madrastra" y su secuela en "Los cuadernos de don Rigoberto").
Muy buena la cita de Onetti. :)

¡Saludos!

RebecaTz said...

...Creo que los comentarios se publican al revés o algo así. :0

También conozco a Kokoschka, Bárbara, pero no había oído hablar de Kathe Köllwitz.
Tomo nota, gracias. :)

Leox said...

¿Este es el Alfonso Reyes , que tenia una biblioteca personal de aquellas? o me equivoco.
Pd: ¿Leiste la region más transparente de Fuentes?
saludos

RebecaTz said...

No tengo idea Leo, sólo sé que fue un gran narrador...
Y, para mi pesar, debo decir que no he leído "La región más transparente". Acabo de verla reeditada, pero no la compré porque tengo muchos otros libros de Fuentes en la pila (bueno, creo que la tengo que comprar...)
¿Tú la leíste?, ¿qué te pareció?

Un saludo!