El camino del tabaco – Erskine Caldwell


Navona, 2008.
Escritor norteamericano (1903-1987).

Georgia, 1932. El camino del tabaco ha caído en desgracia, los grandes capitalistas lo han abandonado al no querer implantar las nuevas tecnologías y varias familias han emigrado para emplearse en las hilanderías cercanas. Pero Jetter Lester se resiste a ello, ha vivido en estas tierras toda su vida, tal como hicieron su padre y su abuelo, y aunque ya no le pertenece, él insiste en permanecer en el lugar que lo vio nacer sin importar que tal situación vaya en detrimento de su condición física y moral.

“Está en mi sangre quemar los juncales y arar la tierra en este tiempo del año; lo hice durante casi cerca de cincuenta años, y mi padre y su padre antes que él, eran la misma clase de hombres.”

Ahora el hambre ha roto las voluntades y las conciencias, el hambre los ha transformado en seres rudimentarios que buscan con desesperación satisfacer las necesidades más apremiantes, cuestión que encarna sobre todo en la figura de Jetter, el padre que al menos en teoría debería preocuparse por proveer a su familia, pero que se encuentra en un estado de completa laxitud: no hay quien quiera prestarle la semilla y el guano que requiere para sembrar, los años han pasado de idéntica manera y ni siquiera los troncos que intenta vender de vez en cuando sirven como leña, por lo que sus ingresos han llegado a ser nulos. 

Su familia -madre, esposa y los dos hijos que aún no emigran- intenta calmar los estómagos e incluso resulta más atractivo el tabaco que la propia comida al depender de esa sustancia para engañar el hambre. 

La primera mitad de la novela describe en todos los tonos la inmensa necesidad que padecen. Más adelante se enriquece con nuevos personajes y situaciones que acentúan la condena implacable que llevan consigo los Lester. El profundo egoísmo que aflora en ellos es comprensible porque camina a la par que el descenso al abismo de la deshumanización. 

La repetición en esta obra -que no requiere florituras- es, pues, una constante, tal como la vida en círculos que durante años han llevado los Lester: los mismos deseos, los mismos fracasos y una penuria progresiva que los dirige hacia las puertas de la muerte. 
La religiosidad aparece con frecuencia encarnada en el miedo a lo divino y en un atisbo de esperanza que consuela en cierta forma al viejo Lester; creencias acomodaticias que se amalgaman en la conveniencia pero que no por eso dejan de estar arraigadas en mentes y espíritus que se aferran al “Dios nos puso aquí y Dios proveerá”. Es justo decir también que en este hombre aparecen ratos de lucidez que se traducen en razonamientos no exentos de verdad: 
“Aunque a veces me parece que los ricos nunca ayudan a un pobre, mientras los pobres son capaces de dar todo lo que tienen para ayudar al que no tiene nada.”

Y es que Jetter ha sufrido en carne propia el abuso de los ricos, cuando alguna vez obtuvo los insumos relativos a la siembra, su ganancia fue muy escasa:
“Ustedes, la gente rica de Augusta, están desangrando a los pobres hasta vernos muertos; ustedes no trabajan nunca, pero se llevan todo el dinero que hacemos nosotros, los agricultores.”

Quizá la acción más ruin que se plantea en la obra corresponde a la marcada iniquidad de Jetter en cuanto a su madre. La abuela, que al igual que Ada –mujer de Lester- padece pelagra y que lentamente se va extinguiendo debido a la inanición, tiene que sufrir además el desprecio de su hijo ya que este experimenta hacia ella un encono desmedido, como si su presencia menguase en algo la existencia de los otros o de sí mismo, como si la pobre mujer hubiese colmado ya su derecho a vivir. En realidad la abuela pasaba una existencia tan desgraciada como la de los demás, con el añadido de sentirse marginada en el propio seno familiar. 
Mientras tanto, Lester y Ada se preocupan en forma excesiva por sus trajes funerarios; esta circunstancia en torno a sus muy meditadas muertes enfatiza aún más la decadencia y el tono fatalista de la novela. 

En las Hilanderías de Augusta y del Valle de Horsecreek la familia quizá tendría una oportunidad, pero la obstinación en muchos casos sella los destinos: 
“No tienes ni una gota de sentido común, Jetter. Ya debías saber que no puedes cultivar nada.”

Seguramente estos personajes no resultarán entrañables al lector, pero es innegable que un declive tan pronunciado oscurece los espíritus y los arroja a una sima implacable y brutal capaz de transformar todo lo que podrían llegar a ser en condiciones más dignas (las conductas racistas que también prevalecen en la obra se cocinan aparte). 
Es por esto que al hallarse inmerso en el desamparo de la adversidad, los caminos se cierran y las opciones se vuelven inalcanzables, aunque el espeso velo que las recubre en realidad se encuentre solo en la imaginación de un miserable hombre famélico que no da para más. 
Excelente novela, muy cruda, concisa y que además hizo historia en su época.  

Erskine Caldwell
*Imagen tomada de Internet

6 comments:

Marcelo Z said...

Qué buen libro! A veces creo que debería estar entre lo mejor que he leído, pero me resultó tan angustioso que no supe si recomendarlo o no. Es buena literatura, en definitiva.
En otro orden, comparto tu gusto por Lempicka.
Un beso.

María said...

Casi siempre las excelentes novelas se envuelven de esa crudeza de la vida que en ocasiones, te hace sentir que has de abandonarlas durante un rato. Sigo en la dinámica de buscar lecturas menos intensas...no obstante, de cuando en cuando, cae alguno de estos libros, que tan maravillosamente describes.
Que cierto es que cuanto más pobre se es, más se da.

Un abrazo muy grande y gracias por tan deliciosa reseña. No sabía que habías escrito más...tendré que venir otro día a leerte con más detenimiento.

Lola said...

Tengo esta novela pendiente desde hace años en que la descubrí en la reedición de la editorial Navona. Y sin embargo....
Gracias por la reseña, parece que es una historia de las que a mí me gustan. Está claro que no me la debo perder.
Un abrazo.

Paco Castillo said...

La degradación física y moral de una persona ante las adversidades de la vida es un tema literario de altos vuelos, no siempre está bien resuelto, pero por lo que leo de tu estupenda reseña no es este el caso. Me parece un libro muy atractivo, mejor aún, tú me lo has hecho muy atractivo. Viendo que aparte de ti, también le ha gustado a Marcelo, apuntado está.
Cuídate :) Abrazo!!

Francisco said...

buenas tardes,

Muchas gracias por la recomendación, la verdad es que es un libro que desconocía, y un autor también. Me han entrado ganas de leerlo.

Unknown said...

Un poco de cachetada a la realidad no está demás leerla. Me encantaría leerlo, espero conseguirlo. Un abrazo ;)