El mar – John Banville

Novela ganadora del premio Man Booker 2005. 
Anagrama, 2006. 
Escritor irlandés, 1945. 

“Se marcharon, los dioses, el día de la extraña marea. Las aguas de la bahía, toda la mañana bajo un cielo lechoso, habían crecido y crecido, alcanzando alturas inusitadas, las pequeñas olas inundaban una arena reseca que durante años no había conocido otra humedad que la lluvia y lamían las mismísimas bases de las dunas”. 

Bajo este escenario marítimo arranca esta evocadora novela sobre las sensaciones y remembranzas de quien "vive entre los escombros del pasado". Max Morden ha perdido a su esposa tras un arduo año de dolor y enfermedad, motivo por el cual busca un refugio que pueda abstraerlo de la realidad, mismo que encuentra, “guiado por un sueño”, en ciertos recuerdos de su infancia. 

 A través de una prosa muy trabajada, Morden comienza la reconstrucción de las etapas principales de su vida y así nos adentramos en una historia que se va entretejiendo a través de diversos planos: el de la situación que vivió con Anna, su mujer; el regreso a Los Cedros tras la muerte de ésta en el pueblo costero en el que pasó muchos veranos de su niñez al lado de la familia Grace y donde ahora compartirá el espacio con un viejo coronel y con  la señorita Vavasour, encargada del inmueble, y la rememoración de los días que pasó en ese lugar cuando tenía once años.

Morden además se dedica al arte y  tiene en mente finalizar en Los Cedros un proyecto sobre la obra del pintor Pierre Bonnard, por lo que las referencias a sus cuadros son frecuentes en la novela. El propio Banville ha declarado  ser un enamorado del arte pictórico porque le ha ayudado a observar la realidad muy de cerca. Dejo este enlace donde también habla de ciertos aspectos autobiográficos plasmados en El mar, entre otras cosas.  


Los cambios temporales que van entrelazando los diversos escenarios se disuelven con sutileza mientras el protagonista aprovecha cualquier circunstancia para expresar sus inquietudes y observaciones, como el sosiego y la quietud de la juventud que aparece ante los ojos de quienes la buscan en retrospectiva, la vergüenza ante la turbación que provoca la enfermedad y que estropeó muchos de los últimos momentos que pasó con su mujer, o la turbación que un joven tímido puede sentir cuando percibe la actitud primaria de sus padres mientras es observado por miradas ajenas. 

Las descripciones tan profusas y poéticas del inicio vuelven con frecuencia; el libro puede ser leído en un sin parar porque las ideas se van sucediendo en forma vertiginosa y además están aderezadas por párrafos especialmente hermosos, aunque yo preferí hacerlo a pequeños sorbos para degustarlo mejor.  

Los personajes que se van presentando no son más que un pretexto para redondear al protagonista, para extraer los pensamientos y meditaciones que hace sobre sí mismo: los esbozos que revelan la percepción desafortunada sobre su hija y otros recuerdos sirven para continuar con su propia confrontación entre el presente y el pasado a través de una gran riqueza expositiva. 

Max Morden declara su cobardía y busca protección en el pasado: 
"Esconderme, protegerme, guarecerme, es lo único que he querido siempre, amadrigarme en un lugar de calor uterino y quedarme ahí encogido, oculto a la indiferente mirada del sol y de la severa erosión del aire." 

Morden ha decidido ocultarse en un pasado lejano que reconstruye a la manera imperfecta que permite la imaginación, pero con amplitud de detalles e imágenes visuales y olfativas que le dan un tono singular a la novela. Entre los vaivenes del frío mar, el protagonista recuerda el verano en el que conoció a los Grace, familia compuesta por los esposos Carlo y Constance, los gemelos Myles y Chloe -a quienes unía un vínculo tan sombrío como vigoroso- y Rose, la chica que se encargaba de cuidarlos y que encerraba en su interior un sentimiento amoroso que es aclarado hasta el final. 

Destaca además la percepción tan acusada del propio cuerpo en el personaje, especialmente tras la pérdida de su esposa, porque Max llega a describirse a sí mismo como un despojo, lo cual se plasma en el texto en toda su crudeza. Esta conciencia de los procesos orgánicos se enlaza en cierta forma al despertar a la sensualidad en su niñez/adolescencia mediante las descripciones de la señora Grace: en este verano de aprendizaje, el joven Morden conoció los inicios de la pasión a través de la representación mental que de ella compuso en su mente. El chico la desea pero al mismo tiempo es capaz de verla tal cual es, manifestando con esto su atracción hacia los aromas primarios, hacia la humanidad mostrada en su forma más elemental, cosa que permanece en la edad adulta, ya que reconoce que de su esposa le sedujo ese olor a "estofado de la vida misma".  Esta atracción pronto descubre un mejor objetivo en Chloe, ya que sus edades aproximadas los acercan mediante un amor incipiente al que va sucumbiendo el protagonista sobre todo mediante los placeres olfativos que tanto le cautivan. 

En cierto momento empezó a llamarme la atención el concepto que Morden va manifestando sobre sí mismo, más allá de la acusada percepción de sus procesos corporales y de la multitud de imágenes de todo tipo (siempre olfativas en primer lugar) que se desprenden de su contacto con otros. Morden no escatima esfuerzos para mostrarse tal cual es: 
"Bebo como alguien que acaba de enviudar, una persona de escaso talento y más escasa ambición, agrisada por los años, insegura y errante y que necesita consuelo y el efímero alivio del olvido que provoca el alcohol." 

Y acerca de la muerte de su mujer:
"Puta, maldita puta, cómo has podido dejarme así, revolcándome en mi propia inmundicia, sin nadie que me salve de mí mismo. Cómo has podido." 

Esto se consolida con el temor irracional que el personaje padece ante la idea de que el verdadero Yo quede al descubierto a través de las fotografías que siempre intentó evitar a toda costa. Morden es un individuo que rehúye la realidad porque no puede compaginarla con su propio ser, que se oculta en un pasado que durante toda la novela se manifiesta como iniciático y aparentemente feliz, hasta acabar enlazado al presente por la idea de la muerte/pérdida con que queda revestido y con otros detalles reveladores que se van mostrando a lo largo de la trama. 

Los recuerdos deformados por la imaginación y la visión del presente van conformando una secuencia que nos desvela su existencia como un todo, donde ni la historia relativa a sus padres o las vicisitudes de su matrimonio quedan ocultas a los ojos del lector. El personaje nos habla de sus deseos de destacar en medio del clasismo imperante, de su condición de oportunista, del camino en el esfuerzo de recapitular el conocimiento sobre sí mismo: la inmersión en su problemática es muy intensa.

Es magistral esta confluencia del pasado y del presente recortada sobre las imágenes poderosas de un lenguaje exquisito que hacia el final se hace todavía más fluido; las disolvencias que se suceden con más frecuencia en este punto también señalan la destreza de Banville en su labor como escritor.

En la última parte se recrudece el aspecto siniestro de la relación entre Chloe y Myles y se esclarece la verdadera intención amorosa de Rose, pero estas páginas no lograron atrapar mi atención como lo hizo la condición del protagonista desde un principio.  El manejo de los procesos interiores de Max Morden logra eclipsar cualquier otro intento de desarrollo temático. 

                                               Imágenes de Pierre Bonnard 

12 comments:

mario skan said...

Hola Andrómeda: tengo este libro en un archivo .doc y comencé a leerlo, entusiasmado, más por su autor que por las líneas. Pero luego lo abandoné, cansa la pantalla. Por lo que reseñas es una novela copada. Hace poco la reseñó, si la memoria no me falla, Oesido. Banville es un autor que resuena mucho en estos días. Da curiosidad. Muy interesenta eso que cuentas acerca del olfato del protagonista, digamos que el viuda quedó un tanto trastornado.
saludos

RebecaTz said...

Yo tenía mucha curiosidad por leer a Banville, Mario, en especial me atraía esta novela. El manejo del lenguaje es excelente y la introspección psicológica también, pero no tiene un hilo de acción que mantenga expectante al lector: se exponen diversos asuntos siempre en torno al personaje principal.
El final intenta ser sorpresivo pero falla al no haber creado la tensión correspondiente con anterioridad.
¡Un saludo!!

María said...

¡¡Qué agradable leerte, Andrómeda!! Y además un libro sobre el mar, que últimamente me llama tanto la atención...Las fotos que lo acompañan y las palabras que utilizas para describrir el libro. De algún modo...y salvando mucho las distancias, me ha recordado a "Una pena en observación" de C.S.Lewis, quien perdió a su esposa.
Entiendo eso de querer esconderse uno del mundo, como buscar la protección para dejar de sufrir.

Un abrazo grande!! Tomo nota del título para sacarlo de la biblioteca en cuanto abandone los que tengo sobre la mesa.
Bss!!

RebecaTz said...

Querida María, después de un tiempo de distracción en el que leía, sí, pero a paso de tortuga, creo que al fin he vuelto del todo a mi pasión por los libros.
Anoto el título de C.S. Lewis, debe ser muy triste y profundo.
Gracias por pasar, ¡te mando un gran abrazo!!

Pollo said...

Hola Andrómeda!
Como siempre completísima tu reseña, esta obra de Banville está sonando bastante, sobretodo ahora que revisé los rankings de lo mejor de la década, definitivamente pasa a la sección de pendientes, bien por tí que lo has leído!
saludos!

RebecaTz said...

Gracias, Pollo, me encantará leer tus comentarios cuando te animes.
¡Saludos!!

Gonzalo Muro said...

Espléndida reseña Andrómeda, la verdad es que sólo conocía el libro de oídas y me ha apetecido leerlo de inmediato. Ah, por cierto, ¡qué hermosas ilustraciones has escogido!.

Un abrazo.

RebecaTz said...

Gracias, Gww, este es uno de esos libros que se están leyendo mucho, a ver qué te parece.
¡Abrazos!!

Carolina said...

Querida Andromeda:
Me gustó una de las citas del libro, esa que dice: "Esconderme, protegerme, guarecerme, es lo único que he querido siempre, amadrigarme en un lugar de calor uterino y quedarme ahí encogido, oculto a la indiferente mirada del sol y de la severa erosión del aire"; sobre todo la parte final, la severa erosión del aire.
Saludos.

Valeria said...

Hola Andrómeda un placer conocer este blog,muy bueno, creo que compartimosmuchos gustos literarios. Muy interesante este libro, tomo nota.

RebecaTz said...

Hola, Carolina, a mí también me gustó mucho esa cita, a veces necesitamos ese entorno confortable para protegernos de los fantasmas imaginarios o tangibles que van apareciendo en nuestras vidas... =)
Beso.


Muchas gracias por la visita, Valeria, me gustó mucho tu blog, te enlazo al mío.
Saludos.

constantino mpolás andreadis said...

COPÉRNICO
intercambiaron miradas
miradas con sombrero y sin asombro
de tahúr
sus herrumbrosas lanzas

la inocencia
también tiene sus peros y sus pelos
sus iglesias marcadas
sus costurones o sonrisas

postales amarillas
como manifiestos o dientes
con frailes voladores
y entrecejos perdidos

trebejos o trabajos
sin estela
como lenguas que lamen
un sexo o su memoria

esos últimos penúltimos destellos
cuando entonces
cuando acaso es ahora
la chusma

el fondo de la olla
lo que en ella tampoco
se cocinara tanto
pero este después o esta retórica

como si góngora
esas andalucías
los que nos lastimaron
con sus luces

y si hicieron posible
a un lezama
si no fuera por borges
qué sería

y ahora leo a banville
recién ahora
y es como si la rosa
continuara

el desigual jiménez
fuera modelo y coro
y acaso apollinaire
ni siquiera importara

disculpen la molestia
y la atención pedida
yo no soy un profeta
sino un lector

y a punto de fracasos
y a punta de mañanas
si escribo este poema
es por qué no

constantino mpolás andreadis
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