Escritor japonés (1925-1970).
Dividido en Verano e Invierno, el libro inicia con los días más calurosos y un acercamiento a Norobu, el precoz hijo de trece años de Fusako, joven viuda que ha sacado adelante el negocio legado por su marido. La llegada al puerto del carguero Rakuyo lleva al chico, ferviente admirador de los barcos, a pedirle a su madre que consiga un permiso para conocerlo. Una vez en la embarcación, el marino Ryuji se encarga de conducir la visita, estableciendo casi de inmediato una relación amorosa con Fusako, que desde ese momento estará bajo la áspera supervisión de Norobu.
La figura del marino se perfila a profundidad mediante algunos capítulos que van intercalando digresiones reminiscentes e introspectivas. Ryuji ha vivido muchos años en el mar y la vieja antipatía por la tierra comienza a disolverse en secretas añoranzas. Asimismo, se encuentra en una constante búsqueda de las palabras adecuadas para expresar todo lo que permanece contenido en su interior. Los discursos se evaporan antes de lograr su cometido, pero las ideas permanecen claras en su mente:
«Había querido hablar del mar y podía haber dicho algo como esto: “Fue el mar, más que ninguna otra cosa quien hizo que empezara a pensar en secreto acerca del amor. Un amor, ya sabes, por el que valga la pena morir, o un amor que te consuma. El mar, para un hombre encerrado todo el tiempo en un barco de acero, es algo muy parecido a una mujer. Le son familiares sus tormentas y sus calmas, o sus caprichos, o la belleza de su seno al reflejar el sol poniente. Y más aún: estás en un barco que monta el mar y lo cabalga, y al que sin embargo el mar constantemente se resiste. Es el viejo proverbio acerca de las millas y millas de agua maravillosa donde, sin embargo, no puedes apagar tu sed.”»
Fusako, por su parte, es el prototipo de mujer solitaria y occidentalizada que ha sacado adelante a su pequeña familia, pero que añora la compañía de un hombre que la redima -ante la cerrada sociedad- de vivir sola y valerse por sí misma. Es la madre ilusa que piensa que su hijo es un muchacho inocente que va por buen camino, y que no es capaz de vislumbrar y ponderar la realidad en este sentido. De hecho, Norobu es mucho más distinto de lo que Fusako podría imaginar, ya que suele reunirse con un grupo de jóvenes provenientes de familias un tanto disfuncionales que desean establecer un nuevo orden del mundo. Para lograr esto, se dedican a fortalecer la impasibilidad; la ausencia de dolor o pasión ante hechos externos mediante lo cual accederían a “un poder real sobre la existencia”. La manera de obtener tal resistencia puede llegar a ser muy cruda, pero ellos sólo piensan en que harán un bien a la sociedad. En realidad nos encontramos ante chicos exaltados que se han contaminado con su particular modo de apropiarse de fundamentos arcaicos y muy rígidos.
Cuando Norobu conoce a Ryuji en el carguero se ilusiona ante la idea de poder penetrar en los secretos del mar y de los barcos. Sin embargo, el marino lo decepciona una y otra vez con sus actitudes amables y sus intenciones conciliadoras.
En la segunda parte (Invierno), la relación entre el marino y Fusako evoluciona al grado de pensar en matrimonio. La pareja vive envuelta en un intenso erotismo teñido por la curiosidad que Norobu satisface a través de un hueco en el armario de su habitación.
El muchacho se debate en un mundo de celos e intolerancia; de crítica constante e implacable hacia Ryuji y su madre. El riguroso registro que lleva acerca de todos los errores y vacilaciones que han hecho de su futuro padrastro la mofa de la pandilla, llega a su culminación cuando se decide la suerte del marino, ignorante del complejo entramado que han construido los chicos en torno a su persona -y a sí mismos- mediante una conciencia colectiva que se va haciendo más compacta y sólida al estar liderada por el “jefe”, el amigo de Norobu con más arrojo y determinación, y el más “consciente” de una “naturaleza privilegiada” que han asumido como propia:
“Estoy seguro de que todos vosotros sabéis en qué reside vuestro deber. Cuando la pieza de un mecanismo se desencaja, nuestro deber es hacerla volver a su posición correcta. Si no lo hacemos, el orden se convertirá en un caos. Todos sabemos que el mundo está vacío y que lo importante, lo único, es tratar de mantener el orden en dicha vacuidad.”
Cada uno de los personajes se encuentra inmerso en su propia problemática y el futuro se va erigiendo a través del azar, enlazando lo que no debería estar enlazado, haciendo que unas vidas tropiecen y se resquebrajen al chocar con otras. Madre e hijo son dos desconocidos que han convivido durante años sin encontrarse realmente. Ella ha edificado un mundo de fantasía en torno a Norobu, mientras él comienza a percatarse de la esencia de Fusako –que deduce como ridícula- al toparse con la oportunidad de valorar sus acciones bajo una mirada distinta a la habitual.
Por su parte, Ryuji, poseedor de un denso torbellino interior, se debate entre la tierra y el mar; entre la indecisión que lo ha llevado a identificarse con ciertas líneas musicales: “Ahora mi hogar es el mar: así lo he decidido. Pero también debo dejar caer una lágrima.” Mar y tierra siempre contrapuestos, tan palpable el uno como irreal la otra ante su mirada, en una disyuntiva infinita.
Mishima narra una historia dura sin permitir que el lector se involucre demasiado con los personajes. Esta distancia hace que la imparcialidad de lo leído se introduzca en el receptor con la ecuanimidad necesaria para asimilar, en la medida de lo posible, la firmeza de lo que el autor desea transmitir. El ser humano, a merced de sus fantasmas interiores y de sus intereses, puede quedar completamente a la deriva, ignorante e inerme ante otras mentes que pueden dar la impresión de indefensión, pero cuyos resquicios destilan la ponzoña de unas ideas peligrosamente asimiladas.
23 comments:
Hola, Andromeda, qué curioso la semana pasado hablaba con un amigo, japonofilo, y me recomendó este libro que ahora reseñas.
Saludos Andrómeda. No conocía a Mishima, pero la historia parece intrigante. Vamos a ver si puedo dar con el libro en Bogotá.
Un abrazo desde Colombia y de nuevo felicitaciones por tu trabajo en el blog, y el nuevo diseño dle mismo, está realmente bonito.
Hola, Carolina, creo que esta novela podría gustarte. Yo, sin poderme contener, acabo de comprar otra obra suya -Sed de amor- también en Alianza.
Mi eterno pendiente es Confesiones de una máscara, una de sus novelas más conocidas (es autobiográfica).
Un saludo.
Espero que encuentres el libro, Alejandro, ceo que este escritor no te va a decepcionar.
Gracias, un abrazo.
Hola Andromeda! Esta novela la tengo pendiente hace algún tiempo, leí El rumor del oleaje y me encanto y compre esta novela y Confesiones de una mascara. Con Confesiones de una mascara no pude…para mi gusto toca demasiado a fondo en algunas ocasiones su homosexualidad, la tengo pendiente para un poco mas adelante, y la del Marino a ver si cae en pocos meses que hace tiempo que debería haberla leído…
Una reseña genial!
Saludos!
¡Hola Andrómeda!
Recién puedo pasarme demoradamente por tu blog y déjame decirte que me gusta su nuevo rostro.
En cuanto a Mishima, es un autor que pienso retomar pronto. A lo mejor con este libro que nos reseñas e invitas a su disfrute, cuya editorial es conocida por acá.
Saludos,
R.
Hola, Aramys, desde hace tiempo me ha llamado la atención El rumor del oleaje, creo que ha llegado el momento de comprarlo. Tengo la tetralogía El mar de la fertilidad, pero con tantos libros no sé ni por dónde continuar. :)
A ver qué tal me va con Confesiones de una máscara.
Gracias, un saludo.
Gracias, R., también me gusta la renovación del tuyo.
He visto que muchos libros de Mishima están en Alianza, de hecho últimamente he hecho muchas compras -muy buenas- en esa editorial.
¡Saludos!
Leí esta novela a finales de los ochenta, en una edición con introducción de Fernando Sabater. He abierto el libro y veo varios párrafos subrayados, uno dice así: "Nunca he hecho gran cosa, pero me he pasado la vida entera pensando que soy el único hombre verdadero". Gracias Andrómeda, por empujarme. Un saludo.
P.D. Pásate, si te parece bien, por el Thornton club, estamos recomendando una película y me gustaría saber tus gustos. Otro saludo.
Hola, Andrómeda;
el único que leí de mishima (junto con algunos relatos) es memorias de una máscara, que es un libro perturbadoramente hermoso. Este libro, del marino, lo tengo en una edición de circe tapa dura, chiquito, coquetón. lleva como tres años esperando. ya le tocará.
por lo que veo te involucraste enla lectura justo lo suficiente para entusiasmarte, pero no para apasionarte. un poco como imagino, después de lo que comentás, la prosa de mishima en este libro.
un placer leerte.
saludos
Hola, Thornton, recuerdo bien esa frase como parte del desencanto que sufrió el marino al comprobar que no era tan especial como pensaba, y al estar consciente de que su vida no tomaría nuevos rumbos si permanecía en el mar.
Gracias por pasar, voy a tu blog. :)
¡Un saludo!!
Hola, E.R., veo que te gustó Confesiones de una máscara, eso de "perturbadoramente hermoso" suena muy bien, tengo que aplicarme.
En este otro libro Mishima practica, en cierta forma, la impasibilidad que atribuye a Norobu y a los otros chicos, pero lo que narra es terrible.
Gracias, ¡un saludo!
Anoto la recomendación, nunca leí a Mishima. Tu reseña convierte a esta novela es un joya japonesa.
Creo que cuando me decida a leer a varios escritores japoneses no los suelto más.
saludos Andrómeda
Hola, Mario, yo tengo a varios escritores japoneses pendientes, pero debo decir que lo que he leído me ha encantado (salvo Murakami).
Gracias, ¡un saludo!
Me estás nimando a retomar otro autor japonés, me parece que este libro es bueno.
Voy apuntando los que hablais de escritores japoneses y ya tengo varios por leer.
Gracias por recomendarlo.
Un saludo
Teresa
Hola, Teresa, sin duda la literatura nipona resulta muy atractiva. Mishima no hace gala de los elementos tradicionales que tanto me atraen en escritores como Kawabata, aunque su visión tan universal del ser humano no escapa, desde luego, a los rasgos inherentes a su cultura.
Sigamos, pues, descubriendo este mundo literario.
Gracias por pasar, un abrazo.
Y yo que pensaba que este blog no podía ser más hermoso...
Este libro me ha atraído desde siempre, aunque reconozco que por algo tan banal como el título. Algún día lo leeré, espero que sea al menos tan interesante como tu reseña.
Javier
Mil gracias, Javier. Yo a veces me dejo llevar por los títulos -en ciertas ocasiones resulta inevitable-. En este caso el contenido no es precisamente lo que hubiera esperado, pero me dejó muy satisfecha.
Gracias de nuevo, un saludo. :)
Me ha gustado tu reseña porque este libro lo he visto muchas veces en librerías y me ha llamado la atención por su estupendo título pero hasta que te he leído no me ha quedado claro de qué hablaba.
Un saludo.
Hola, Gww, a ver si te animas a leerlo, yo pronto voy a continuar con el autor.
¡Un saludo!
Otro que me apunto a la lista de pendientes, cada vez me gusta más la literatura oriental. Ya he leído dos este verano y pienso seguir. Un beso. Babel
Como tengo bien anotadas tus recomendaciones, estoy tratando de conseguir uno de esos dos libros (el otro ya lo tengo).
Besos.
Conozco a Mishima por medio de otro gran escritor japonés, Yasunari Kawabata. También he leído sobre él al estudiar literatura japonesa, pero al momento no leí ninguno de sus libros. Muy probablemente, cuando terminé mi actual lectura (el grito silencioso, de kenzaburo oé) vaya a comprarlo.
¡Saludos!
Recuerdo la excelente introducción de Mishima a La casa de las bellas durmientes, de Kawabata.
A Oé le he leído La presa y Una cuestión personal. Tomo nota de la que mencionas.
¡Saludos!!
Es esta novela, sencillamente, una joyita. Ojo, Mishima no suele ser un escritor fácil y mucho menos liviano, pero este relato es claro y atrapante
I like this blog so much, saved to bookmarks.
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