La pequeña pasión – Pilar Pedraza

Tusquets, 1990.
Escritora española, 1951.

Pilar Pedraza es una escritora muy peculiar, cuyo estilo tan nutrido se enriquece mediante introspecciones oscuras, delirantes y hasta perversas. La parte bestial del hombre asoma en estas páginas a través de sus más bajos instintos, aderezados por aspectos sensoriales entre los que destacan aromas y situaciones que más bien despiertan inquietudes salvajes que humanas.

La protagonista habla de los principales seres que complementan su vida (incluyendo a su gata), con los cuales se relaciona de diversas maneras, aunque lo que me parece más relevante es que son aprovechados para volcar fantasmas interiores y ansiedades diversas en cada recodo de un relato magníficamente construido, cuyo lenguaje poético es admirable y cuya tensión narrativa se sostiene en todo momento.

Gabriel es el marido infiel que pretende salir de la rutina sin afectar su relación de pareja, aunque ésta termina por diluirse gracias a la arrolladora personalidad de una mujer que decide que él no la merece; Partenio es el homosexual que fuera su profesor y que se ve condenado a una muerte lenta y colmada de visiones, mientras que el escultor se define como el amigo suicida que se corta las venas y sobrevive milagrosamente -mete a su gato al horno antes de dar el paso fatal- experimentando una transformación sugerente, ya que empieza por beber su propia sangre.

La casa heredada de los abuelos se convierte en una especie de refugio para ella (tétrico, pero totalmente acorde con su esencia), en el cual le resulta sencillo acceder a otro plano, descubrir secretos insospechados de sus parientes, encontrar reliquias y presencias espectrales, además de disfrutar con una decoración muy particular.

“En la casa de mi abuela servía de bañera un sarcófago romano encontrado en el subsuelo del jardín. […] Una vez le hablé de él a mi amigo el escultor, y me dijo que le parecía un lugar idóneo para cortarse las venas…”

“Aquella casa era mi santuario, sus fetiches me pertenecían.”

En este mundo alucinante y viciado, en el que a veces ni la misma mujer logra distinguir la realidad, se descubre a sí misma como una criatura tenebrosa, inmersa en placeres extravagantes como las lombrices que su gata va dejando por doquier o la contemplación del insecto disecado que forma parte fundamental de sus días.
“Con frecuencia acababa sucumbiendo a tiernos caprichos de mi cuerpo, como embriagarme con el aroma de mis muslos en mis días de sangre.”

Por otra parte, mientras escribe un artículo sobre cierto papa renacentista, su mente es invadida por un entretenido raudal de representaciones del pontífice en pleno proceso de descomposición… Esta curiosidad malsana la envuelve constantemente a través del insomnio, las pesadillas y el contacto con lo tangible.

Otros aspectos -reforzados siempre por una gran profusión de bellísimas imágenes, por más que sean macabras- van complementando un ambiente que no llegó a parecerme lúgubre, pero sí bastante siniestro, y todo esto sin dejar de lado jamás el conflicto interno, lo cotidiano, lo que alegra, lo que duele; el verdadero interés por las cosas… Esta mujer logra mostrar al lector el cariz más sensible de su vida: el de un ser que tiene problemas con su pareja y que sufre por ello.“El amor es una fusión, una manifestación noble de la vida.”

La novela se encuentra salpicada de reminiscencias clásicas, ditirámbicas, en un conjunto recargado pero fascinante. Esta temática no es precisamente lo que busco en un libro, pero debo decir que en este caso su tratamiento es soberbio.
Pilar Pedraza ha sido todo un descubrimiento para mí e indudablemente seguiré leyéndola (buena parte de su obra ha sido publicada por Valdemar).

7 comments:

Anonymous said...

Cómo me ha gustado lo que escribes de este libro. Ni conocía a la autora ni nada de ella.
Cómo sigo aprendiendo de todos los blogs que repaso.
Un saludo
Teresa

Carmina said...

Me has dejado sin habla diria yo, un libro por lo que cuentas de una gran crudeza narrativa que no creo que en este momento este en condiciones de afrontar, pero aun asi me lo apunto para cuando este en alza

María said...

Tomo nota...no conozco a esta mujer. Lo que más me gusta, es que haya decidido que él no la merece...
Las tildes fetichistas, de la abuela bañandose en un sarcofágo, me parecen espectaculares.
Desde luego, interés me ha causado. De todos modos, aún no creo que lo lea...pero queda anotado...
Escribes de miedo, Andrómeda...Me gustan mucho tus reflexiones sobre los libros...tal vez, más que el libro en sí.
Mil besos grandes!!

mario skan said...

Hola Andrómeda: coincido con María, a veces tus reflexiones son superiores a los libros y cuando llegamos a él, uy es Andrómeda que escribe mejor.

Por lo que nos cuentas es un libro muy interesante. No con tanto ahínco, Lispector también se copa con lo pútrido y lo freak en Agua viva, en esas reflexiones sobre la vida sin hilo conductor.

Un placer leerte, memorizo a la escritora y nos leemos.
chau

RebecaTz said...

Hola, Teresa, es un libro interesante pero, digamos, sui géneris. Lo que más me gustó es la manera de abordarlo.
Gracias por pasar, ¡un saludo!

Carmina, el libro es muy crudo pero no tan deprimente. Más bien sorprende la lobreguez interna del personaje...
¡Saludos!

Cierto, María, ese fetichismo forma parte del encanto (por decirlo así) de la novela; la escritora no deja cabos sueltos en su intento por redondear este escenario tan macabro.
Gracias, ¡abrazos!

Hola, Mario, gracias por lo que me dices; te has confabulado con María para exagerar. :0
Me llama la atención lo que dices de Lispector. Una amiga leyó La lámpara y me parece que mencionó algo similar a lo que dices sobre el hilo conductor (o tal vez estoy inventando, pero me quedé con la impresión de que es una escritora muy compleja).
La próxima vez que vaya a la librería voy a echar un vistazo a Agua viva.
Gracias de nuevo, ¡un saludo!

Blog de literatura said...

Hola, Andrómeda. Con tu permiso, me uno a la confabulación; debemos pedirte que rebajes el nivel de tus reseñas para que luego los libros no nos decepcionen;)
Yo tampoco conocía a la autora, pero el registro que describes a mí sí que me interesa, no tanto por siniestro, sino por enfermizo y obsesivo. Tomo nota. Gracias.

Un saludo,
Javier

RebecaTz said...

Gracias, Javier. Si te llama la atención el tema, no te arrepentirás. :)

¡Saludos!