La novia de Corinto (1797) – Johann W. Goethe



Edvard Munch - Vampire

La novia de Corinto representa una de las influencias más importantes de la figura del vampiro en las postrimerías del siglo XVIII,  la cual sería llevada a su culminación en el periodo plenamente romántico del siglo XIX, y que continúa siendo explotada como fuente inagotable de inspiración, revistiendo las características predeterminadas a través del tiempo, con las variantes que los escritores han considerado necesarias de acuerdo a la finalidad de sus obras.

Siempre he sentido gran fascinación por este poema en el que un joven proveniente de Atenas llega a Corinto en busca de la novia que le estaba destinada gracias al temprano acuerdo entre sus padres. La muchacha y su familia son cristianos, mientras que el joven y sus padres practican el paganismo.

“…Cristianos son la novia y su familia;
cual sus padres, pagano es nuestro joven.
Y toda creencia nueva, cuando surge,
cual planta venenosa, extirpar suele
aquel amor que había en los corazones.” 

 Como el muchacho llega de noche, lo atienden con esmero e inmediatamente después se aloja en una habitación que pronto es visitada por la pálida joven, quien le explica que tiene “vedada toda alegría” y que se va al claustro porque será esposa de Cristo.
De acuerdo con el siguiente párrafo, la madre hizo un voto (no se señala la causa con claridad, pero tal vez intercambia la salud por la juventud de su hija, condenándola al mismo tiempo).

“…Que estando enferma hizo mi madre un voto
que cumple con severa disciplina.
Naturaleza y juventud -tal dijo-,
al cielo en adelante
habrán de estarle siempre sometidas.”

 El joven logra convencerla de que él es su verdadero prometido, aunque ella se muestra reticente, alegando que su situación es compleja:

“¡…sólo te pido de esta desdichada
alguna vez te acuerdes en sus brazos,
que yo en ti pensaré mientras la tierra
tarde -no será mucho- en darme amparo!”

 Sellan el acuerdo intercambiando prendas de amor. Ella bebe el sugerente vino pero se abstiene de comer el pan; llora y le da a entender que hay algo más, cosa que él podría notar si la toca: una frialdad de nieve que el novio se apresura a compensar, aunque ella “venga del sepulcro que hiela con su abrazo”. 

“…se brindan mutuamente, y con sus pálidos
labios sorbe la novia el vino rojo.
Pero del pan que con amor le ofrecen,
abstiénese -y es raro-
de probar tan siquiera un parvo trozo.”

La dueña de la casa se aproxima y escucha tras la puerta el intenso y extraño placer de los amantes. Canta el gallo y la joven promete volver, pero su madre la reconoce. La hija, entre exclamaciones y lamentos, le reprocha el haberla llevado al sepulcro tan joven, aclarando que “¡No enfría la tierra un cuerpo que en amor arde!”  El asunto se vuelve contra ellas a través de la transformación de la hija, al parecer injustamente ofrendada.

“¡Oh, madre! ¡Madre! -exclama-, ¿de este modo
esta noche tan bella me amargáis?
De este mi tibio nido, mi refugio
sin pizca de piedad, ¿a echarme vais?
¿Os parece poco llevarme al sepulcro
al lograr apenas la flor de mis años?”

La madre rompió el acuerdo matrimonial que involucraba a su hija cuando todavía veneraban a otros dioses y el sacrificar a la joven, rompiendo la promesa, resultó contraproducente.

“Mi prometido fuera ya este joven
cuando aún de Venus los alegres templos
erguíanse victoriosos. ¡La palabra
rompisteis por un voto absurdo, tétrico!
Mas los dioses no escuchan
cuando frustrar la vida de su hija
una madre cruel y loca jura.”

En los últimos párrafos, la naturaleza macabra de la muchacha se revela en todo su esplendor (sin dejar de causar cierto asombro, dado el aparente candor anterior): vuelve de la muerte para conquistar el amor vedado que ahora sólo podrá satisfacer a través de la sangre de su prometido y de la de otros…  Advierte al muchacho que no vivirá mucho más, y que las prendas son garantía de ello. Con esto, la figura del vampiro queda expuesta en sus principales características: alimentarse de sangre con un impulso erótico de por medio (expresado, sobre todo, en estrofas anteriores) y vivir sólo de noche, dependiendo del canto del gallo.

“Por vindicar la dicha arrebatada
la tumba abandoné, de hallar ansiosa
a ese novio perdido y la caliente
sangre del corazón sorberle toda.
Luego buscaré otro
corazón juvenil,
y así todos mi sed han de extinguir.”

Al final, el contraste cristiano-pagano se invierte, ya que la ofrenda del amante (o los amantes) a través del fuego purificador, hará que ella y su madre retornen a los “antiguos dioses”. Tal parece que el castigo por haberles sido infieles sólo podrá resolverse de esta manera.  Sin duda la crítica implícita al cristianismo es notable.

“Ahora, mi postrer ruego, ¡oh, madre! escucha:
¡Una hoguera prepara, en ella arroja
en sus llamas descanso al que ama, ofrece!
Cuando salte la chispa
y el rescoldo caldee,
a los antiguos dioses tornaremos solícitas.”

Yo tengo la versión de las Obras Completas de Goethe en Aguilar, pero en otras traducciones el último párrafo parece aclararse aún más (esta es una de esas ocasiones en que me encantaría poder leer en el idioma original). La propia joven decide acabar con el tormento y al fin descansar del sufrimiento que supone la terrible situación, mediante su reducción a cenizas al lado de su amado.

"Escuche ahora madre, mi última plegaria:
haga levantar una hoguera, 
abra la estrecha tumba donde me ahogo, 
y dé reposo a los amantes entregándolos al fuego.
Cuando la chispa salte, 
Cuando ardan las cenizas, 
nos elevaremos hacia los antiguos dioses."

10 comments:

Gonzalo Muro said...

Me ha gustado mucho esta entrada. Goethe siempre me ha parecido muy complicado pero logras hacerlo extraordinariamente próximo.

Saludos.

Fuensanta Niñirola said...

¡Qué casualidad, Andrómeda! Justo el viernes pude contemplar ese cuadro de Munch en directo, en Madrid, en una exposición llamada Las lágrimas de Eros. Y me encantó.
Y como tengo las Obras Completas de Goethe (de Aguilar, también) he ido corriendo a ver si encontraba el relato....y no lo encontré. O me falta un tomo o algo ha pasado. Porque despues de leerte me han entrado ganas de leerlo. En fin, veremos.

RebecaTz said...

Gracias, Gww, yo le he leído algunas cosas que ya tengo que ir poniendo en la lista de relecturas...
¡Un saludo!!

¡¡Qué envidia, Ariodante!!
Esta es una balada romántica, la puedes leer completa en el enlace al final de la entrada. :)
Gracias por la visita, un abrazo.

mario skan said...

Andrómeda: multifacético o multitemático el señor Goethe, siempre abordando los temás de su època o que después hicieron punta. Sólo conozco su libro más famoso.
saludos

María said...

Curiosa lectura. Tengo muchas frases anotadas en cuadernos antiguos, de Goethe, pero no he leido ninguna obra suya...tendré que poner remedio.
Como siempre, un placer leerte.
Mil besos grandes

RebecaTz said...

Hola, María, te recomiendo Desventuras del joven Werther para empezar. Por cierto que, a propósito de este libro, Thomas Mann escribió Carlota en Weimar (publicado por Edhasa).

¡¡Abrazos!!

Wara said...

Ya te dije ayer que me llevaba algún título, aunque no me fijé si los habías ya comentado; y como resulta que sí, aquí estoy otra vez, jaja.

Qué pena que de escritores y poetas tan impresionantes terminemos por conocer sólo unas contadas obras, casi siempre las mismas, como ocurre con Goethe, que conocemos su Werther, y cuánto nos perdemos ignorando la existencia de esta novia de Corinto, por ejemplo.

En fin, nuevamente encantada con tu exposición de la obra de Goethe, enhorabuena.

Ciao.

RebecaTz said...

Hola, Wara, es verdad que hay mucho por descubrir de autores extraordinarios. La novia de Corinto es poco conocida -desgraciadamente-, aunque se trata de un referente importante en la creación literaria del vampiro (tema que puede llegar a apasionar). ^v^
Gracias, ¡saludos!

Unknown said...

Me parece una tragedia supernatural mas humana

Unknown said...

Es mas natural q sobrenatural el amor y deseo no descansan aun ante las tragedias la misma muerte es una aliada para volver por aquel amor que ahora se vuelve una obsesión