El sobrino de Wittgenstein - Thomas Bernhard

Compactos Anagrama, 2005.
Escritor austriaco (1931-1989).

En este libro de tintes autobiográficos, Bernhard aborda diversos temas enmarcándolos en el ambiente vienés de su época.
El narrador, alter ego del autor, y Paul Wittgenstein, sobrino del filósofo Ludwig Wittgenstein, se conocen gracias a Irina, una amiga en común. A partir de ese momento quedan unidos gracias a la pasión por la música que comparten, así como a un gran entendimiento mutuo que se extiende durante varios años.
“Tenía otra vez de repente un auténtico amigo, que comprendía hasta las escapadas más demenciales de mi cabeza”.
“Eres mi único amigo, mi único ser, el único de todos los que tengo.”

El autor establece un paralelismo entre tío y sobrino, diciendo que “El Wittgenstein filósofo, es el filósofo sólo porque llevó al papel su filosofía y no su locura, y que el otro, Paul, era un loco porque reprimió su filosofía y no la publicó y sólo exhibió su locura.”

Algunas de las consideraciones de esta obra son realizadas desde un sanatorio con varios departamentos en el que Bernhard permaneció un tiempo. Él se encontraba en el pabellón Hermann, donde era tratado por una enfermedad pulmonar, mientras que Paul permanecía cerca del mismo: el manicomio Am Steinhof. En esta parte del relato destaca un pensamiento obsesivo y recurrente por parte del narrador, quien teme pero a la vez le gustaría propiciar un encuentro con su amigo. A partir de esto hace una excelente reflexión sobre el hecho de convivir con una persona enferma, extrayendo la más insondable abyección del ser humano cuando se trata de enfrentarse a una situación de esta naturaleza:

“Durante el periodo de enfermedad, es decir, durante el periodo intermedio, los sanos se habían apartado completamente del enfermo, habían renunciado a él, siguiendo así únicamente su instinto de conservación. Ahora, de repente, aquel al que habían liquidado ya y que, a fin de cuentas, no entraba ya en consideración, aparecía otra vez reclamando sus derechos. Y como es natural se le hacía comprender inmediatamente que, en el fondo, no tenía ningún derecho.”

Más adelante revela el hecho de que Paul Wittgenstein (al igual que su tío) se había deslindado en lo posible de una familia cimentada únicamente en el poder de la riqueza, para poder “salvarse a sí mismo”.
Los Wittgenstein los rechazaron por considerarlos, respectivamente, “loco y filósofo desvergonzados”, pero Bernhard no deja pasar la oportunidad de exponer su punto de vista: “Pero los dos, cada uno a su manera, fueron los grandes pensadores, siempre estimulantes y obstinados y, subversivos, de los que su época y no sólo su época puede estar orgullosa.”

Una parte especialmente curiosa y divertida de esta obra, es la que habla de un premio al que el narrador se hizo acreedor: “Aceptar un premio no quiere decir otra cosa que dejarse defecar en la cabeza, porque le pagan a uno por ello.”

El tema de su amistad con Paul es recurrente, habla de él como un amigo que estuvo a su lado en momentos decisivos, y en cuya compañía alcanzó la felicidad en incontables ocasiones.
Por otro lado, es interesante observar su manera de establecer la disparidad entre el campo y la ciudad, lugares en los que decidió repartir su existencia en periodos iguales a partir de cierto momento.
“En el campo no puede desarrollarse nunca el espíritu, sólo en la gran ciudad, pero hoy todos corren de la ciudad al campo porque, en el fondo, son demasiado cómodos para utilizar la cabeza.”

También cuenta su aversión a los “cafés literarios”, poseedores de una atmósfera que anquilosa el espíritu:

“Quién sabe cuál hubiera sido mi evolución si no hubiera conocido a Paul Wittgenstein precisamente en el punto culminante de esa crisis, que sin él me hubiera precipitado de cabeza probablemente en el mundo de los literatos, o sea, en el más abominable de todos los mundos, en el mundo de los literatos vieneses y en su ciénaga intelectual…”

Aunque son varios los aspectos presentados, por último voy a mencionar uno que me pareció tan relevante como estremecedor: el comprobar que la idea inicial acerca del enfermo y de la muerte llega a revelarse en toda su crudeza. La imagen de la muerte y de la decadencia del otro hace que el ser humano se aparte, se cuide de contemplar estos horrores, bajo un resguardo reconocido aquí mismo como “un bajo instinto de conservación”.

Cabe destacar que algunos de los temas que se tocan son minuciosamente detallados; el sentido crítico del autor a veces destila mordacidad, mientras que su aguda introspección puede causar incluso cierto malestar.
No había leído a Bernhard, indudablemente tenía un gran faltante en mi haber.

17 comments:

e. r. said...

Hola andrómeda,
de este libro recuerdo en especial un par de cosas, entre las escritas,
1.) la brutal declaración de bernhard, "en el fondo, yo no soy una buena persona" (o algo así)
2) y la otra parte es cuando van a buscar un periódico en que salió un artículo que les interesaba a los dos y terminan recorriendo media austria, creo que incluso llegan a viena, y en el delirio de viaje va cortándo cabezas sin piedad. esta es una de las escenas más cómicas y obsesivas que haya leído.
genial tu lectura. bernhard casi no tiene desperdicio. cualquier libro es un calamidad y posee un humor de estandarte.
saludos

Bárbara said...

Hola Andrómeda, leí este libro no hace mucho; lo compré, me encerré en mi habitación y lo leí en un día, tal fue la imposibilidad de dejarlo. Lectura compulsiva como esa recuerdo también que fue "Las palmeras salvajes". En fin, un libro muy bueno, yo también llevo poco leido de Bernhard, representaron no hace muchos años Almuerzo en casa de Ludwig, con Urdapilleta a la cabeza, un festín.
En breve voy a escribir sobre un libro que terminé en estos días, Las tribulaciones del estudiante Törless, otro que creo te puede interesar también. Un gran saludo, Bárbara.

mario skan said...

Este es mi plan para entrar de una vez en la lectura de los autores que yo llamo serios o imprescindibles:
leer a Walser, luego El castillo y América ( relecturas )y por último llegar a Thomas Bernhard, tengo varios de sus libros en archivos pdf. seguirían después Brecht, un libro de svevo y miller.
Este libro que reseñas también lo hace Levrero en su Novela luminosa.
Siempre sentí una gran curiosidad por este autor. Tu reseña me parece muy buena:" La imagen de la muerte y de la decadencia del otro hace que el ser humano se aparte, se cuide de contemplar estos horrores, bajo un resguardo reconocido aquí mismo como “un bajo instinto de conservación”."
Este autor está muy cerca de mi mesa de luz.
saludos

María said...

Nada...de nuevo, otro libro al que dejar anotado en mi libreta...
Creo que tardaré en leerlo si trata de enfermedades y muerte...Con el trabajo que tengo, necesito libros de final feliz...ya vendrán tiempos (que ya los hubo) de desear estos libros. Y más con lo que nos cuentas (y cómo lo haces, que eso es lo mejor)
Un abrazo grande!! Qué tengas buen día!!

RebecaTz said...

e.r., recuerdo bien esa declaración de Bernhard, me dejó sin palabras...
Y la parte del periódico, muy buena. Es una obra sorprendente, no esperaba encontrar tanto al ser tan corta.
¡Saludos!

Bárbara, tú me animaste a leer a este autor, gracias. Estaré pendiente de tu próxima reseña.
¡Abrazos!

Mariano, sin duda te va a gustar. Curiosamente tengo a Walser (creo que vía Bárbara también) entre mis pendientes inmediatos.
Leí América hace un año más o menos, me encantó. Acabo de ver un libro de Svevo que estuve a punto de comprar (La conciencia de Zeno). Bueno, la lista no hace más que aumentar... :)
¡Un saludo!

María, este libro no es tan pesimista -incluso tiene partes divertidas-, pero sí muy introspectivo (a mí el que realmente me deprime es Coetzee).
Pero si tu trabajo es complicadillo, seguro que es mejor leer otro tipo de libros. :)
¡Besos!

Cristian M. Piazza said...

La cosa anda de tinte germánico. Tu leyendo a Bernhard; Mariano con Walser y yo con Kafka. ¿Alguien Handke?

Beso

Bárbara said...

Yo estoy también con Kafka, El Castillo. Dejo algo que marqué hoy en mi libro ya que estamos todos por los mismos lugares buscando literatura: "El trato directo con las autoridades no era por cierto excesivamente difícil, pues las autoridades, por buenas que fueran sus organizaciones, no tenían que defender nunca sino causas invisibles y remotas en el nombre de señores invisibles y remotos, mientras que K. bregaba por algo vivísimamente cercano: por sí mismo..."
Un saludo!

RebecaTz said...

No he leído a Handke Cristian, me vendría bien alguna recomendación. . :)

Gracias, Bárbara, ¡¡buenísima la cita!!


Abrazos.

R. said...

Qué bonita te está quedando la página, Andrómeda.

Saludos,
R.

Lluís Salvador said...

Hola, Andrómeda, felicidades por la reseña y por el remoce del blog...
Un saludo!

Carolina said...

Hola, Andromeda, me gusta tu nueva decoración. Ventilaste la casa :)

RebecaTz said...

Gracias, chicos. :)

Abrazos.

Carolina said...

Andromeda, ahora vengo por la reseña. Siempre me han interesado las reflexiones de esos sujetos asilados en espacios reducidos, su relación con el afuera, su mirada hacia el mundo. Creo que este libro es uno de estos casos.
Saludos de nuevo.

RebecaTz said...

Así es Carolina, además la pespectiva de Bernhard se manifiesta en forma muy directa; brutal incluso, como dijo e.r.

¡Un saludo!

Gonzalo Muro said...

Felicidades por la página Andrómeda y por esta reseña. Por lo que dices, y se deduce de los comentarios, el libro parece combinar reflexión y cierta comicidad que lo aligera. Como no he leído nada de este autor, podría ser un buen punto de partida.

Un abrazo.

RebecaTz said...

Gracias, Gww. Como dices, me parece que sería un buen punto de partida para conocer a Bernhard; yo no le he leído ninguna otra obra pero esta me dejó una impresión inmejorable.
¡Un saludo!

Anonymous said...
This comment has been removed by a blog administrator.