Alexis Zorba, el griego - Nikos Kazantzakis

Escritor griego (1883 -1957).

Esta singular novela, colmada de reflexiones y vivencias, nos presenta a dos personajes que se embarcan rumbo a la isla de Creta. El más joven, conocido como “el patrón”, se dispone a explotar una mina de lignito, mientras que el otro, llamado Zorba -un hombre entrado en años-, lo acompaña decidido a trabajar para él, dando inicio a una curiosa relación, tan entrañable como significativa.

El patrón pronto adivina gran parte de la esencia de Zorba -misma que irá descubriéndose de manera constante-: “su alma avanzaba mucho más ligera que el mundo”. En su sentir, actuar y pensar radica, básicamente, la considerable profundidad de la obra.

La mina es el pretexto perfecto para que dos personas que ven enlazadas sus vidas con intensidad, puedan dedicarse a actividades que colman sus expectativas. Zorba se entrega a la labor de explotar y dirigir el negocio, mientras que el patrón se dedica a la escritura. Esta última ocupación suscita innumerables críticas por parte del primero, para quien los libros ofrecen una visión distorsionada de la realidad. Una y otra vez incita al patrón a abandonarlos y a vivir con plenitud, experimentando el placer de las cosas sin intermediarios.

Por una parte, Zorba es un personaje capaz de ver las cosas con la mirada fresca e inocente de la primera impresión mientras que, por otra, logra incursionar en los avatares de la condición humana en forma certera. Asimismo, su visión de la femineidad se encuentra libre de cuestiones terrenales, y la manera en que la aprecia en su fundamento más hondo me pareció muy quijotesca.
"Detrás de cada mujer se erguía, austero, sagrado, lleno de misterio, el rostro de Afrodita."
El patrón destaca las diferencias entre la gente culta y la naturalidad de Zorba, quien posee la sabiduría genuina de quien conoce las leyes primordiales que rigen al hombre y al mundo, cosa que lo obliga a meditar sobre su propia vida, midiéndola a través de la sapiencia del viejo.

"Mirábalo a Zorba al fulgor de la luna y me maravillaba la fe en sí mismo, la sencillez con que se acomodaba al mundo viviente; cómo su alma y su cuerpo formaban un todo armonioso; y como toda cosa, mujeres, pan, agua, carne, sueño, se confundían alegremente con su carne y se convertían en Zorba. Nunca jamás había presenciado tan amistoso entendimiento entre un hombre y el universo."
Sin embargo, de acuerdo con la postura de Zorba, el culto patrón, ligado a las ataduras de la razón, no logra comprender algunos aspectos fundamentales de la existencia.
 Esta idea se ve reforzada incluso antes de que se conocieran, ya que el patrón se había despedido de un entrañable amigo, quien también le llamó la atención en cuanto a su afición por los libros, tildándolo de "rata papiróvara".
"Pero ¿Cómo podrías tú entenderlo con ese espíritu dañado por los libros?"
"Te diré una idea que se me ha ocurrido, patrón; pero no tienes que enojarte: sería la de meter en una pira todos tus libros y darles fuego. Quizá después de eso, como no eres tonto y eres un buen tipo, podría sacarse algo de ti."
"¡No cabe duda de que existe un infierno adonde van a parar los cagatintas como tú!"

Toda la obra destila sabiduría; el escritor logra transmitir la idea de que lo más simple puede llegar a ser lo mejor de la vida. De acuerdo a este planteamiento, el patrón debería dejar los libros y conocer la vida tal como es; captar la esencia de las cosas a través de su propia percepción. Es un concepto interesante, aunque yo no llegué a penetrar en el gran estorbo que podrían suponer los libros. Creo que la disposición natural de apreciar la vida desde sus más recónditos cimientos -muy factible y que además puede ser superior a la de cualquier otra persona-, no tiene que confrontarse con lo que descubrimos a través de la palabra escrita.

Estos personajes pronto se encuentran con otros que van redondeando una historia enfocada, sobre todo, a mostrar el goce primordial de la existencia. Zorba se relaciona con una vieja señora a la que su imaginación otorga la apariencia que él prefiere, mientras que el patrón lucha contra sus demonios interiores -adquiridos a través de ciertas enseñanzas búdicas- que le hacen mirar a las mujeres a través de un cristal más bien pecaminoso.

Más adelante se establece cierto paralelismo entre ambos personajes: Zorba se maravilla con las piedras que al bajar, "adquieren la animación de un ser viviente", y a partir de esto surge la idea de que las cosas pueden apreciarse con la frescura de la primera impresión, tanto si se trata de un "poeta visionario", como de alguien como él:
Son muchos los sucesos en que participan ambos personajes. El pueblo en que viven, por ejemplo, se manifiesta como un lugar primario en el cual los habitantes dejan salir sus más bajos instintos a la primera oportunidad. Algo similar ocurre con un monasterio al que acceden gracias a un interés inherente a la mina.Zorba habla también del miedo a la vejez, del valor del dinero y el éxito. Este hombre no pierde piso y sabe muy bien lo que le conviene, aunque jamás haya perdido la capacidad de asombro, "semejante a un niño". Su sabiduría es tan primitiva como empírica, de acuerdo al propio libro, pero es eso mismo lo que la hace tan atractiva. Incluso cuenta los crímenes contra búlgaros y turcos que cometió por la patria, aclarando que ahora sólo piensa en si será una buena persona con quien se encuentra en el camino. Las experiencias lo han llevado por un sendero virtuoso, aunque esto no es -necesariamente- algo que suceda con frecuencia. Aquí vuelvo a la idea de esa disposición natural, ahora enfocada hacia el bien, que predomina en él, sin que por esto se altere la verosimilitud de un personaje sin duda bien trabajado, aunque al mismo tiempo esté dibujado de tal manera que corresponda a la intención del autor.
"El universo era para Zorba, como para los hombres primitivos, una visión pesada y compacta; las estrellas se deslizaban sobre él, el mar rompía contra sus sienes; vivía, sin la mediación de la razón, la tierra, el agua, los animales, Dios."
Entre tantas cosas, me gustó una reflexión que habla de un “vendaval” y que podría aplicar a cualquier situación complicada:  "¡No has de entrar en mi cabaña, no te he de abrir la puerta, no me apagarás el fuego, no lograrás nunca derribarme!"

También me llamó la atención esta manera de describir el vino:

"Después del brindis, apuramos el vino, exquisito vino cretense, púrpura como sangre de liebre. Cuando lo bebéis es como si comulgarais con la sangre de la tierra y os sentís convertidos en ogros. Las venas os desbordan de energía, el corazón de bondad. Así fueseis un cordero, os volvéis león. Olvidáis al instante las mezquindades de la vida y toda sujeción estrecha se desgarra. En comunión con los hombres, con las bestias, con Dios, os sentís confundidos con la vida del universo."
Desde mi punto de vista, lo fundamental de esta novela radica en que, al margen de la visión alterada de la realidad que pudieran transmitir los libros (cosa por demás discutible y que, aunque aparece a lo largo de todo el libro, nunca se plantea con demasiada contundencia), el autor escribe un estimulante canto a la vida, esparciendo por los rincones de estas páginas la idea que hay que gozarla al máximo, observarla a través de nuestros propios ojos y no de un tamiz que pueda perturbar su percepción más nítida.

23 comments:

Lola said...

Tienes razón cuando dices que el autor escribe con este libro un canto a la vida, al menos así lo recuerdo yo. Para mí fue una novela inspiradora y Zorba, un ejemplo de espíritu libre. Muchas de sus ideas son discutibles, sin embargo ese es Zorba, tan humano que se equivoca, tan real que le tomas aprecio. Zorba es... Zorba.
A ver si se anima mucha gente a leer este libro maravilloso. Besos.

Bárbara said...

Paso a saludar, como siempre buenos libros y no sé porqué suelen tener las tapas de algunos de mis artistas favoritos, por ahí vi un Egon Schiele. Y veo que mi gato sigue maullando!

Cuando vuelva a tener ganas de escribir, escribiré (supongo)y compartiremos lecturas. Por ahora estoy con cuentos de Felisberto Hernandez "Tierras de la memoria" y las cartas a Theo.
Saludos!

Leox said...

Curioso curioso , no sabia nada de literatura griega , desde platón , a inventigar a encontrar y a leer , cual de las tres cuesta más.
sin mencionar el comprar.

RebecaTz said...

Así es, Madoguna, es un libro que se disfruta precisamente, como dices, por el realismo del personaje.
Besos.

Qué gusto leerte, Bárbara, espero que pronto vuelvan esas ganas de escribir, que no he leído los libros que mencionas y me hace falta su respectiva recomendación. :)
Un abrazo.

Lluís Salvador said...

Hola:
Cuando digo que hay casualidades extremas... El domingo pasado dieron por televisión Zorba el Griego. Y claro, la volví a ver.
No he leído la novela. Supongo que porque la película siempre (incluso en esta nueva revisión) me ha dejado un muy buen sabor. De modo que te toca a ti orientarme. Sé que serán muy diferentes (las novelas todavía no llevan banda sonora; tiempo al tiempo) pero... ¿Mantiene el espíritu del filme? ¿Es más dura con el pueblo de Creta la novela? Y otras cosas que me quieras decir, claro...
Buena reseña, como ya nos tienes acostumbrados. Un saludo cordial!

RebecaTz said...

Leox, no sé por qué tu mensaje aparece tan arriba... Pero bueno, creo que este libro es muy recomendable.
¡Saludos!

Lluís, ¡no he visto la película!
Al final puse el enlace del video y fue precisamente al verlo cuando me enteré de que se trataba también del final de la película (el libro no termina así).
Prometo ver pronto la cinta y comentar algo al respecto. :)
¡Un saludo!

Lluís Salvador said...

Andrómeda:
Perfecto. Podría explicarte la peli y tú ya me has explicado la novela :)
Pero, bueno, la ves con calma y me comentas.
Un saludo!

R. said...

Hola Andrómeda!

Hasta ahora no he podido leer ningún libro del griego Kazantzakis, mas sí he podido disfrutar de un par de adaptaciones: las imperdibles Zorba el griego (a principios de los los noventa, la musiquita final era de muy ingrata recordación en mi país: sonaba de fondo en un video incautado a un grupo terrorista en plena holganza), y La última tentación de Cristo.

Como siempre, excelente reseña; además, que el libro no termine como la película, invita doblemente a leerlo.

Saludos,
R.

mario skan said...

Hola Andrómeda: parece ser que la película y la música son más conocidos que el libro y su autor. De Kazantzakis leí algo hace mucho, creo que sobre un cura ortodoxo y el partido comunista, se me borran los recuerdos.Como siempre un gusto leer tus reseñas.
saludos

RebecaTz said...

Lluís, me encantaría que me explicaras la película y así yo podría hablar de las diferencias con respecto al texto. De lo que dices me llamó la atención lo dura que es la película con los habitantes de Creta (la novela también lo es). Bueno, ya comentaremos. :)

R., vaya fondo musical del video, supongo que te será difícil no relacionarlo con eso. También vi La última tentación de Cristo, pero este libro es lo primero que le leo...

Mariano, es cierto que la película y la música son muy conocidos. Yo había escuchado ambas referencias sin haber leído el libro o visto la película...

Gracias, un abrazo, Chicos.

e. r. said...

hola, andrómeda
has hecho una lectura inteligente y bastante agradable, sobre un libro que vi tantas veces en los estantes de usados pero no me atreví a leer. pues pensaba que sería muy aburrido. por la pinta no es así, y bueno, habrá que agarrarlo alguna vez.
saludos

RebecaTz said...

No es precisamente una novela trepidante, pero yo no dudaría en recomendarla. :)
Gracias por tu comentario, e.r.
¡Un saludo!

María said...

No he leido el libro, ni he visto la peli...pero tengo ganas de dejarme caer en sus palabras. Voy lentamente leyendo los libros que tengo entre manos, de manera que será para más adelante la narrativa griega...
Lo de "...su alma avanzaba mucho más ligera que el mundo"...me ha encantado.
Como siempre me gusta como escribes!! Son libros que de primera no me atraen, pero cuando leo que dices, me entran ganas de bajarme a la librería más cercana y leerlos.
Besos!!

Anonymous said...

Es un placer leerte, Andromeda. Sin duda, es un libro muy recomendable.
Besos, Ashling.

RebecaTz said...

María, me preguntaba si habrías visto la película (dado tu vasto repertorio...) Yo la estoy buscando aunque todavía no he logrado el feliz encuentro. :(
¡¡Abrazos!!

Gracias por la visita, Ashling, para mi es un placer leerte también. ;)
¡¡Besos!!

Lluís Salvador said...

Hola:
Bueno, lo prometido es deuda, y aunque tarde...
La película se inicia en el Pireo donde el Patrón se encuentra con Zorba. Éste, en un breve y vitalista (Zorba/Quinn siempre es vitalista en la película) hace que el Patrón le contrate para trabajar con él en Creta, donde este estadounidense ha heredado unos terrenos que tienen una mina de lignito que pretende volver a poner en uso. Como extranjero que es, la recepción es con toda la curiosidad lugareña, y son alojados provisionalmente en el hotel regentado por Madame (Lila Kedrova), a la que Zorba no tarda en conquistar proporcionándole un respeto y una ilusión de juventud que hacía tiempo que había perdido. En una de las visitas al pueblo, los caminos del Patrón y de una bella viuda (Irene Papas) se cruzan. Esta viuda es la más deseada de todo el pueblo, pero ´de inmediato Zorba se da cuenta de la situación: "Esta mujer no es sino de un solo hombre, y ese hombre es usted, patrón. Lo he visto en sus ojos".
Los trabajos en la mina requieren traer vigas y trocos para apuntalar la obra de un monte cercano, pero el único medio parece ser un funicular que Zorba idea. El Patrón está de acuerdo con la idea, y le entrega a Zorba todo el dinero que le queda para que vaya a la ciudad y consiga los materiales necesarios para construirlo. Zorba, una vez en ¿Heraklion? despilfarra el dinero en un burdel. Entretanto, el Patrón, que no puede sacarse de la cabeza a la bella viuda, recibe una carta en la que Zorba le describe la situación, que se está dando la gran vida, pero que no se preocupe que todo marcha bien. Esa misma noche, el Patrón se presenta en casa de la viuda, y esta lo recibe, entre amagos de culpabilidad pero con la atracción que al fin acaba por dominar a ambos. Esta entrada ha sido observada por un lugareño, que no tarda en explicárselo al joven que más enamorado está en el pueblo de la viuda, quien, desesperado, se suicida ahogándose en el mar.
Regresa Zorba, y tiene que volver a fingir amor por Madame, a la que no ha escrito, y a la que el Patrón ha engañado fingiendo que en la carta de Zorba éste declaraba querer casarse con ella. Zorba escenifica una boda a la luz de la luna.
En el funeral del suicidado, los hombres del pueblo han juzgado y condenado ya: esperan a la viuda y la lapidan. El Patrón llama en busca de Zorba, impotente en detener ese acto bestial, y Zorba llega y parece impedir que siga la ejecución, pero el padre del muchacho degüella a la viuda en presencia de todos.
Madame, mientras tanto, ha enfermado de pulmonía, y se muere sin remisión. Zorba la acompaña en sus últimos instantes, intentando retrotraer los antiguos recuerdos de la mujer, pero las lugareñas incluso antes de que expire, se presentan en su casa para saquear esas presuntas riquezas que la Madame poseía.
Por fin, el funicular es un desastre. Construido con materiales de mala calidad, apenas hay control sobre él, y al tercer tronco que se desliza por el cable (en una escena muy divertida), todo el aparejo cae desmontado.
El Patrón no tiene más dinero, y tendrá que volver a su país tan sólo con una sonrisa en los labios y, eso sí, con un espíritu vital y de aprovechar el momento que Zorba le ha mostrado y que antes no había hallado en ninguna parte, ni en los libros.
Hasta aquí la sinopsis. Lo que me pregunto es si la crueldad de ese pueblo cretense está reflejada y condenada en el libro (en la película, es mostrada casi de forma documental, y de hecho tiene algunos resabios de neorrealismo, siendo interpretados por "El Pueblo de Creta", como rezan los títulos de crédito. Y en esas ocasiones Zorba muestra un extraño fatalismo, como si dijera: "las cosas son así y no se pueden cambiar". Tanto en la lapidación como en el expolio de Madame.
En fin, que es un filme que te recomiendo. Y no sólo por la música. Quinn, Kedrova y Papas están soberbios. Alan Bates no tanto, pero da el pego.
Un saludo!

Gabriel said...

Yo tengo que agradecer a algunas granujas que me liaran para que leyera este libro. Su lectura ha sido un auténtico gustazo y consiguió sacarme de una cierta crisis lectora en la que me había sumido.

Andromeda, ¿sonaré reiterativo si te digo que la reseña es estupenda? :)

Biquiños ;-)

RebecaTz said...

Woww, Lluís, acabo de ver la película y, leyendo tu reseña (deberías publicarla en tu blog en una entrada de cine), todos los sucesos volvieron a pasar por mi mente. :)
La crueldad del pueblo se encuentra reflejada en el libro prácticamente de la misma manera que en la cinta, aunque al verla en una recreación tan vívida me infundió una sensación de malestar mucho más profunda que la que me transmitió la obra.
En la película se toca el tema del despilfarro de Zorba en su viaje, pero no la retribución que hace del mismo cuando se lleva a cabo, en un monasterio, la transacción para comprar los terrenos que servirán para construir el teleférico (esta parte del libro es muy divertida).
Coincido con lo que dices acerca de los actores.
Por otro lado, el libro se centra, al margen de estos hechos, en tratar de demostrar la pureza de la mirada de Zorba, transmitiendo con esto una idea que el autor aborda del mil maneras: suprimir lo prescindible en el momento de lanzar una mirada al mundo, para así poder contemplarlo y apreciarlo en toda su inmensidad, siendo capaz de percibir detalles que podrían parecer insignificantes -o indignos de ser observados-, maravillándose con ellos una y otra vez, posicionándolos en su justo valor.

Desde mi punto de vista, esto es lo más rescatable del texto.

En la obra percibí el asunto del pueblo de Creta como muestra de una sociedad primitiva e ignorante; quizá por esto Zorba muestra esa actitud que tan bien planteas:
"las cosas son así y no se pueden cambiar"
Mil gracias, Lluís, ¡¡un saludo!!


Gabo, ¡espero que ya hayas visto la película!
Y a ver si las granujas aciertan con más frecuencia... :)
¡¡Besos!!

Gonzalo Muro said...

Sólo tenía referencias de esta obra por la pelícual, y por lo que recuerdo, no reflejaba también como el libro (al meno spor lo que pone de manifiesto tu espléndida reseña) esa dicotomía entre el patrón y Zorba y las reflexiones que surgen al respecto por parte de ambos personajes.

La verdad es que habría dejado pasar este libro de verlo en cualquier estantería, ahora le echaré un buen vistazo y quizá lo compre. ¡Gracias por la recomendación!

RebecaTz said...

Gracias a ti por tus palabras y por la visita, Gww, espero que te guste, aunque tengo que decir que las reflexiones son un tanto repetitivas...

¡Un saludo!

sergio41027 said...

Me gusta mucho la reseña del libro, haz hecho una buena integración entre ésta y la película. La tengo y es una bellìsima obra de Kazantzakis y la película una fabulosa metáfora visual hecha por Cacoyannis. No me centro en los diálogos, pero sí en el sentimiento tan hermoso que ha hecho sentir esta obra, que al final es lo que deseamos sentir más que ver con limpieza acadèmica los demás detalles hechos para puristas.

RebecaTz said...

Sergio,¡qué agradable sorpresa!! Coincido con lo que dices, ese sentimiento transforma el espíritu y al menos durante un tiempo nos hace mirar al mundo a través del diáfano cristal de Zorba.
Mil gracias por la visita y por tus palabras, ando algo desconectada del blog, supongo que es temporal. :)
¡Un abrazo!

Anonymous said...

Your way of explaining the whole thing in this post is truly pleasant,
all can simply understand it, Thanks a lot.