El décimo infierno – Mempo Giardinelli

 Escritor argentino, 1947.

Esta es la segunda obra que le leo a Giardinelli (la anterior fue Luna caliente), ambientada también en el infernal calor del Chaco, con un tono de exaltación similar, y donde cualquier excusa servirá como detonante para el desarrollo de los acontecimientos.

En esta novela, la trepidante narración en primera persona nos hace entrar de inmediato en el universo interior del protagonista, Alfredo, quien sostiene una relación amorosa con Griselda, la deseable esposa de Antonio, su socio y amigo. La pasión que los une alcanza niveles de ardiente desenfreno, aunque logran cubrir las apariencias al actuar con sumo cuidado. Sin embargo, Alfredo asegura que Antonio conoce perfectamente la situación que existe entre él y su mujer, y que -incomprensiblemente- acepta con sumisión.
“Me volvía loco el silencio. Ese no decir nada, esa aceptación mansa.”

Un día, de manera casual, deciden matar a Antonio, hecho que -por diversas circunstancias- va dejando un reguero de sangre conforme avanzan, en un vertiginoso intento por escapar de las autoridades, y en el que se incrementa gradualmente la conducta irracional y brutal de la pareja. Alfredo relata su historia dejando salir las causas probables que lo han llevado a ese insólito desfogue: tal parece que la violencia y frustración acumuladas y reprimidas en su niñez por el maltrato que su padre daba continuamente a su madre (a quien califica como “lo único que le importaba en el mundo”), sólo espera el momento oportuno para estallar. Su molestia latente, expectante, y en vías de incrementarse ante una actitud pasiva, hace que llegue a detestar el proceder conformista del marido de su amante.

Me llamó la atención el hecho de que el sonido de su risa, tras los asesinatos, fuese distinto: me imaginé un ruido inhumano, desconocido incluso para quien lo posee en las profundidades de sí mismo.
Por su parte, Griselda tuvo una vida gris, como su mote, cargada de responsabilidades y de represión. “Me pasé la vida procurando que todos fuesen felices, yo, la pelotuda que nunca tuvo ni la menor idea de lo que era la felicidad.”
Se trata de otra persona necesitada de un pretexto para arrojar la tensión y el inconformismo que ha mantenido latentes durante años.

El tema de la ira, "pecado incontenible", se desarrolla hasta sus últimas consecuencias y además el autor aprovecha para hacer una ácida crítica social, contrastando el hecho de asesinar con otro tipo de excesos, físicos, psicológicos o de otra índole, pero que según el personaje no son menos nocivos.
Alfredo aclara que en todo momento ha estado consciente de sus acciones, que “sabe lo que hace”, aunque a la vez condene las raíces podridas de la sociedad en que vive (y, por ende, las universales). Creo que es esto lo que lo salva de la completa antipatía por parte del lector.
“Así que no se atrevan a juzgarnos ni las buenas almas inocentes, ni los mercaderes de la carne que prostituyen niñitas, ni los que se oponen a la despenalización de las drogas trancándolas, ni los hijos de puta que no son capaces de llorar la muerte de sus propios hijos. Ni los que cambian de identidad, los suicidas de utilería, lo que pagan sicarios, los que venden el alma, los luciferes vernáculos, los luzbeles de literatura o, en fin, los que negocian vidas ajenas todos los días, no me juzguen, carajo, que habría que inventar un décimo infierno para todos ellos, para esos tipos que pontifican y mienten, para los hipócritas y los cínicos de que ya está rebasando este país…”
Quizá muchos individuos sobrellevan sus vidas -por banales que sean- sin encontrar la ocasión de explotar, aunque en realidad ni ellos mismos saben cómo reaccionarían si en un momento dado tuvieran la opción de exhibir la "parte oscura" que todos llevamos dentro. En esta obra, el impulso predomina sin importar el mañana.

El final no me pareció tan logrado, pero en conjunto esta obra me dejó muy satisfecha.
Si buscan un relato vertiginoso y bien narrado, que incluya sexo, muerte y violencia, no duden en leer El décimo infierno.

10 comments:

mario skan said...

Hola Andrómeda: yo también leí LUna caliente y otra que no recuerdo su nombre pero si la imagen de su tapa en la que se puede ver a una chica en la ducha. Ambas novelas tienen al sexo como condimento adicional en primer plano. Después comencé a leer la prometedora Fin de novela en Patagonia, que suspendí por la lectura de otra aún más entretenida.
Mempo me parece un narrador extraordinario y sus libros, como vos calificás, vertiginosos.
Muy buena tu reseña y trataré de conseguirla.
saludos

María said...

Muy interesante lectura, y...Andromeda, me encanta como escribes...creo que este libro no me llamaría nada la atención, si no fuera por tu reseña. Pero tardaré en leerlo...me aguardan otras lecturas. Un abrazo!!

Anonymous said...

Sin duda es mucho más floja que Luna caliente, como dices, pero aún así, qué gran contador de historias es Giardinelli :)

RebecaTz said...

Gracias, Mariano, también me llama mucho la atención Qué solos se quedan los muertos, aunque creo que es muy difícil de conseguir. ¡Bua!

En todo caso te recomiendo Luna caliente, María, a mí me encantó y prácticamente no he encontrado a quien no le haya gustado. Verás que es un narrador extraordinario, como bien dice Mariano.

Estamos de acuerdo, Gabo. Hay que seguir leyéndolo. :)

¡Abrazos!

Anonymous said...

Las novelas de personas normales que cometen un crimen sin saber muy bien por qué siempre tienen algo... creo que me la apunto.

RebecaTz said...

No te arrepentirás.

¡Saludos!

Bárbara said...

También me interesa lo que subyace a la vida más normal, me recordaste algo que leí de Niezsche hace unos días: la sociedad reposa sobre el lomo de un tigre. Saludos!

Lola said...

Una novelita impactante, de vez en cuando me sigo acordando de sus protagonistas: de Alfonso, de Gris, de sus reacciones tan desmesuradas... Realmente un libro para leer de una sentada. Gracias, Andrómeda, por darnos a conocer a este autor. :)

RebecaTz said...

Es un tema interesante, Bárbara, a mí me llama mucho la atención, voy a apuntar el que mencionas. :)

Me pasa lo mismo, Babel, es un libro que permanece en la mente.
Gracias, seguro que pronto nos leeremos otra novela de Giardinelli. :)

¡Abrazos!

Leox said...

Lo de Giardinelli lei fin de la novela en patagonia y me gusto mucho.