Las crónicas del sochantre - Álvaro Cunqueiro

Escritor gallego (1911-1981).

Con este libro me enfrenté a un mundo un tanto desconocido para mí, ya que no me había percatado de la relación tan profunda y e inmemorial entre Bretaña y Galicia, cosa que vino a cuento al tratar de comprender la incursión de un escritor gallego en las fuentes bretonas, dando a conocer de esta manera -también- las propias. Resulta entonces que el mito artúrico, por ejemplo, está tan ligado a Galicia que aparece repetidamente en su poesía y en sus leyendas. Espero profundizar en este asunto cuando lea Merlín y Familia (del mismo autor).

Las crónicas del Sochantre es una obra enmarcada en la Bretaña del siglo XVIII, en la que una hueste fantasmal rapta al joven sochantre, Charles Anne de Crozón, para que amenice un entierro. El asunto lo lleva a viajar con ellos en una carroza durante tres años colmados de aventuras y de relatos acerca de lo que llevó a la muerte a sus captores, quienes se definen a sí mismos como terroríficos, pero al mismo tiempo serenos:
"…, y porque veo en vuestros ojos, señor sochantre, tanta sorpresa como miedo, quiero aseguraros de que toda esta compañía, aunque sea de réprobos, fantasmas, ahorcados y sombras, es un batallón de gente pacífica.”
El lenguaje es por momentos un tanto enrevesado; se nota una clara inspiración en el picaresco, incluyendo lo que a humor e ironía se refiere, lo que le otorga al texto un sabor muy particular (el original en gallego está traducido al español por el propio Cunqueiro).

Desde un principio la trama nos envuelve con la descripción de Bretaña como una tierra en que los muertos y los vivos mantienen sana convivencia, y donde estos últimos los perciben, en muchos casos, a través de una amplia red de sutilezas, o de experiencias plenamente sensoriales.
“Por los caminos de Bretaña va la danza macabra empujando vientos, y la más diminuta flor que nace en abril, a la vera del camino, ignora si va a ser llevada al cabello de una niña o pisada por el pie de un esqueleto que salta al frente de la hueste…” Estos condenados tendrán que redimir sus culpas por un tiempo asombrosamente determinado, antes de volver a sus tumbas y poder al fin descansar en paz. Son curiosísimas las reglas que tienen que seguir en esta especie de vida suspendida, en la que poseen un cuerpo durante varias horas del día mientras que, en otras, se ven reducidos a meros esqueletos (o a una lucecilla azul -a falta del mismo-, como en el caso de Guy Parbleu).
“Y tampoco os hemos dicho que nosotros, estando muertos, no podemos encender lumbre en hogar ni entrar en casa donde esté encendido, ni comer pan de trigo, ni cosa alguna que lleve sal o aceite, ni beber vino. Pero ahora mismo vamos hacia las ruinas del monasterio de Saint-Efflam la Terre, y Mamers tiene allí, en la que fue cocina de los frailes, una pipa de cerveza doble de marzo y un jamón adobado con pimienta que enviamos a asar…”

Me gustaron más las los relatos iniciales, porque más adelante la acumulación incesante de personajes y situaciones me hacían perder el hilo por momentos, aunque con esto no quiero decir que dejaran de ser interesantes. Hay que aclarar que la vida cotidiana y tradicional que se refleja en estas páginas está por encima de cualquier expectativa atemorizante.

La evaluación hecha acerca de la experiencia del sochantre habla por sí misma:
“Nunca había sido tan joven, nunca había tenido para él el mundo tan obsequiosa y fácil novedad.”
Al final hay dos apéndices en los que se retoma a los personajes, lo que me confirmó la idea de que son demasiados como para recordarlos a todos, y más porque algunos están apenas esbozados. Por otra parte, también creo que su intención no era redondearlos demasiado, sino acumular situaciones y anécdotas que enriquecieran la trama por encima de las caracterizaciones.

Lo sobrenatural y lo terrenal, pues, confunden y diluyen sus esencias en esta senda narrativa que recoge parte de esa vastedad de riquezas ancestrales.
«El refrán bretón de que "cada sueño reclama un hueso", aclara perfectamente lo que entre aquellos celtas se sospecha de los fantasmas y sus peripecias, y en pie queda la pregunta: ¿Quién es el que sueña?»
“Para un gallego, las historias bretonas de fantasmas, brujas, mendigos, santos y héroes tienen el sabor de lo suyo propio…”

13 comments:

Cristian M. Piazza said...

Hola Andrómeda,

El año se ha vuelto a ir con una rapidez impalpable. Otro autor que desconocía. Espero que te diviertas con Wells.

Feliz Navidad
Beso

María said...

Andrómeda...dónde lo has encontrado?? Tengo un amigo que le encantan los libros de Alvaro Cunqueiro y me dijo que eran díficiles de encontrar...Bueno, ya me dirás.
La historia que cuentas me atrae muchísimo,...Besos enormes, y Feliz Navidad.

RebecaTz said...

Gracias, Cristian, esperemos otro año lleno de libros y de cine. :)

María, en mi país no he podido encontrar casi nada de Cunqueiro, por lo que tuve que recurrir a esta biblioteca online:
http://www.cervantesvirtual.com/
Este libro me gustó, pero no estoy muy segura de recomendarlo. Las primeras historias son fascinantes pero después me costó un poco llegar al final (aunque me dejó con ganas de leer otras obras de Cunqueiro, y encantada con toda esa tradición gallega). :)

Feliz Navidad, chicos, !!abrazos!!

Anonymous said...

Querida Andrómeda; me encanta que hayas reseñado este libro de Cunqueiro, que desconocía por completo (el libro, que no el autor). De Cunqueiro he leído unos cuantos libros deliciosos, no sólo por los temas sino por el lenguaje empleado en cada uno, muy ajustado al tema. Merlín y familia, Las mocedades de Ulises, Vida y fugas de Fanto Fantini,Cuando el viejo Simbad vuelva a las islas...Todos encantadores y diferentes, aunque unificaddos por un cierto deje de nostalgia y de tristeza.
Lo que comentas del libro, me hace pensar que Cunqueiro ha situado en Bretaña el clima gallego oscilante entre realidad y vigilia y las leyendas de aparecidos tradicionalmente gallegas ( "A santa compaña"). Me apetece muchísimo leerlo, mira por dónde. Lo buscaré por librerías de viejo o por la red. O quizas en alguna biblioteca...Muchas gracias, Andrómeda, por tu aportación. Saludos y felices fiestas

Carolina said...

Están buenos esos cuentos de caminos con muertos de "cuerpos prestados" y con limitaciones en los horarios y en sus dietas alimenticias. Un humor bastante macabro por lo visto.
Saludos.

RebecaTz said...

Gracias por tu gran aportación, Ariodante, ahora mismo sólo tengo ubicado Merlín y familia, que no tardaré en leer. Voy a investigar también eso de "A Santa Compaña". ;)

Sí, Carolina, es un humor macabro (muy divertido), por lo que no es de sorprender la tranquilidad con que los muertos hablan de las terribles acciones que realizaron cuando estaban vivos (como si tal cosa). :)

Feliz Navidad, ¡besos!

Anonymous said...

"A Santa Compaña" es un nombre con el que tradicionalmente se denomina en Galicia a la procesión de las ánimas, procesión fantasmal que al parecer en algunas fechas y por parajes boscosos alguna gente dice haber visto desfilar de modo fantasmal.
No es un libro, ¿eh? Lo he citado entre comillas por ser una expresión en gallego. En español se taduciría por La Compañía Santa.

RebecaTz said...

Gracias por la aclaracion (otra vez perdon por los acentos), esa procesion fantasmal debe ser similar a la del libro, aunque ellos viajaban en una carroza.
Te agradezco todas tus aportaciones tan interesantes. :)

Besos.

Anonymous said...

Andromeda, creo recordar que ya te habías encontrado anteriormente con la Santa Compaña en una lectura de un estracto de El bosque animado, de Wenceslao Fernández Flores, pero no me hagas mucho caso.
Besos,
Gabriel

RebecaTz said...

Es cierto, Gabo. Aunque no recuerdo el nombre preciso, sí que me encontré con esos fantasmas.

Por cierto que ya tengo ubicado el libro. :)

Besos.

Lluís Salvador said...

Hola:
Gracias por acordarte de ese gran escritor y buena persona que era Álvaro Cunqueiro. Tengo demasiado lejanas en el tiempo estas Crónicas como para decir algo sobre ellas, pero hace menos de un año releía "La otra gente", un librito de pequeños esbozos de personajes, a veces reales, a veces fantásticos, muy recomendable, como todo lo de ese escritor.
Tal vez te gustaría más (ya que tiene menos aire de juicio final y más de ese humor suave y galaico que pervadía los textos de cunqueiro) el libro Merlín y Familia, donde el mago Merlín no se ha refugiado en otro sitio más que en Galicia...
Un saludo!

RebecaTz said...

No conocía ese título (La otra gente), Lluís, parece que es muy interesante. En cuanto pueda le haré un hueco a Merlín y familia. :)

Gracias y saludos!

constantino mpolás andreadis said...

"LAS CRONICAS DEL SOCHANTRE" DE ALVARO CUNQUEIRO

Su tocayo Alvaro Mutis lo señala como colombiano a este gallego que escribió en gallego y en español sus historias universales como relojes. Su prosa es tan exacta como la de él. Tan lejana como un camino de tierra. Como el ala nemorosa de un pájaro disecado.
Las historias que nos cuenta son increíbles pero para ser increíbles tienen que ser creídas por el lector atento.
Yo no soy quién para negar que la atención de un lector verdadero es la distracción creadora.
Vayamos, entonces, por donde vinimos, y digamos, para callarlo, que hay una fábula de tiempo que es una luciérnaga si no fuera una siembra metafísica encerrada en la caja de un violín de polvo.
El viento o el esqueleto del viento es el caballo terrestre de ese Pegaso de oro.
Tiene su risa encendida como una vela. Y en cada mesa el pan se multiplica alimentando el hambre de los recién saciados.
La gula se resiente de pecado y espejo. Busquemos en la llave el botoncito perdido o el paraíso encontrado.
Por esa dirección pero en cualquier sentido, se encontrará de pronto lo que la mano esconde para negarlo a veces con permiso.
Porque el anillo de esta literatura es un umbral, también la víspera se hace futuro como un anzuelo.
Dejemos estas cosas para más adelante como siempre. Después de todo lo que se queda atrás no es la nostalgia.
(Alvaro Cunqueiro nació en Mondoñedo, provincia de Lugo, en 1911, y falleció en Vigo en 1981. "Las crónicas del sochantre" ganó el Premio de la Crítica en 1959.)

constantino mpolás andreadis
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